Allá por 1540, el listán negro fue introducido en Lima, Perú, sembrado por Hernando Montenegro. Trajeron la cepa de España y se dispersó por casi todo el continente.
Muchas variantes surgieron de esta uva intrigante que dominaron estas latitudes; la uva Misión en EEUU y México, la Uva País en Chile, la Criolla en Argentina y Negra Criolla en Bolivia y Perú. Pero luego, comenzaron a cultivarse las cepas francesas y con el auge del paradigma francés, comenzó la declinación de la hegemonía de esta cepa, en el siglo XIV, prácticamente en toda América.
Muchos años después, en el 2000 comenzó a renacer en un nuevo ciclo y hoy nos deslumbra con vinos tranquilos y rústicos que atrapan; o inclusive en vinos espumosos como aquel vino espumoso chileno que degustamos en otro artículo que fue premiado como mejor espumoso de cepas no tradicionales.
Pues bien, la Listán Negro, o si preferís llamarla Almuñeco, Palomino negro u otra sinonimia, surgió en las Islas Canarias de un cruce natural entre la Palomino blanca y la Negramoll, y desde allí llegó a los territorios del Virreinato de Nueva España y al Virreinato del Perú.
Hoy en día este varietal es abundante en Canararias, sobretodo en la isla Tenerife, donde mejor se ha expresado en sus suelos volcánicos, su altura y su clima templado refrescado por las brisas del Atlántico norte, donde además no llegó la temible filoxera, siendo todas las vides de pie franco. En Canarias hay más de 5.000 has plantadas.
Viñedo Viñátigo
Hoy tenemos la suerte de degustar una de estas preciosidades, se trata de Viñatigo, Listán Negro, añada 2022, D.O. Islas Canarias, elaborado con uvas cosechadas a mano de los suelos rocosos de Tenerife, entre unos 300 a 700 msnm. Se fermenta en acero inoxidable con levaduras autóctonas y se redondea con una mínima crianza en roble francés de segundo uso por solo tres meses.
Encontramos un vino limpio y brillante, de color rojo-picota y con capa media, con un anillo periférico violáceo.
De intensidad media, delicada y atractiva, con aromas primarios de fruta negra madura y jugosa, moras y ciruelas, con dejos de pimienta negra y blanca en fondo de copa, y algunas impresiones de mineralidad y tostado.
Es seco, aunque afrutado y agradable, con una buena estructura, con taninos suaves y pulidos, acidez equilibrada y con alcohol apenas perceptible. En retrogusto sobresale las frutas negras, con un final prolongado y elegante.
Un vino tinto jugoso, atractivo y diferente para acompañar con embutidos, carnes rojas magras a la parrilla o al horno, carnes de caza, estofado de ternera con papas, verduras asadas, arroces marineros.