Donde imponentes edificios bancarios tiñen de gris el paisaje citadino, una propuesta de slow food invita a volver al campo.
En un mundo donde “todo lo rico hace mal” comer light es casi un mandamiento. Pero al menos a mí, la palabra light me amarga un poco. Soy sincera, ¿a quién puede emocionarle una vida sin excesos culinarios? En esta nota aprendí algo, saludable no es igual a light. Y aún más importante, cuando lo sano no sabe a tan sano, es mil veces más rico.
El ambiente de este pequeño comedor genera una calidez familiar, transmitiendo en cada rincón el cariño y gusto personal de Silvia Blanco. Bandejas coloridas se apilan en una mesada que se viste de todos los tonos del arcoíris, colmada de verduras frescas listas para juntarse en unísono a una gran ensalada. El lugar es acogedor, hasta genera cierta ternura en sus detalles femeninos y tonalidades orgánicas. Sus mesas altas de madera cruda rodeadas de banquitos con estampados florales invitan a celebrar lo que la tierra nos regala aquí cerquita.
Los aromas que se perciben incluso antes de sentarse me recuerdan a la cocina de mamá, un equilibrio entre lo saludable (donde sólo se comen pastas y milanesas los sábados y domingos) y el amor por la comida de casa. En La Huerta, no hay días de tomates tristes y lechugas marchitas. La frescura de su materia prima orgánica genera en cada propuesta una alternativa que llena de vitalidad y sabor.
La primera opción a la hora del almuerzo es crear una ensalada propia (G 21.000) con ingredientes que varían todos los días. La modalidad es sencilla; se escoge la base, donde hay desde una combinación de 3 lechugas, un mix de verdes en todos sus tonos y sabores, hasta una base de fideos o porotos. Luego, son seleccionados 4 de los 18 ingredientes de la gran mesada. Zanahoria rallada, crotones, champiñones salteados, aceitunas, choclo, repollo, anchoas, quesos; las combinaciones son matemáticamente incalculables para mi hambriento cerebro. Por último, el toque final; un dressing para coronar el plato; eligiendo mayonesa light, salsa picante, salsa de pesto, yogur griego o aceite de oliva con un toque de limón, cualquier ensalada monótona cobra vida.
Las canastitas (G 15.000) asustan un poco a primera vista. Estas chichescas tartitas se veían casi liliputienses para mi rugiente estómago. Servidas en un plato de madera acompañadas de una veraniega ensalada verde, la hojaldrada y crocante masa contenía, en mi caso, el sutil dulzor del repollo colorado perfumado con aroma a panceta.
Al deglutir la mitad del plato en menos de 5 minutos me sucedió algo escandaloso; ya estaba satisfecha. Otra opción similar en tamaño y sabor son las Bruschettas (G 18.000), tostadas crujientes con un montadito de combinaciones de verduras. El apetito voraz y las malas costumbres nos dicen “pedí por lo menos tres”, pero tras una porción, el hambre se disipa como por arte de magia. Ahora, si sopa es lo que te pide el cuerpo, la Sopa de la Huerta (G 10.000) es un placer licuado de cebolla, calabaza, zucchini, zapallo y un etcétera infinito de verduras que también se renuevan día a día.
Almorzar un sándwich (G 20.000) ofrece gratificación instantánea. Un día cualquiera podemos encontrar, por ejemplo, entrepanados en una crocante ciabatta trozos de pollo, champignones salteados, roquefort y mozzarella. Al día siguiente, estos sabores se tornan mediterráneos al transformarse en un gran sándwich de jamón crudo, queso parmesano, huevo y una refrescante combinación de verdes.
Los wraps (G 20.000), como el resto del menú, hacen metamorfosis de lunes a viernes, y lo mejor, no se trata de un cigarrito de pan árabe relleno de escuetas hojas verdes y verduritas desabridas. Bauticé a este señor sándwich como el Hulk de los wraps; de verdad hace temblar a cualquier árabe de carrito. Una opción como el Caesar wrap, donde el pollo condimentado se funde con una salsa Caesar especial de la huerta y se refresca con queso parmesano y un mix de verdes, satisface los monstruos más voraces que habitan en nuestro interior.
Si lo sano puede ser rico, y estamos bendecidos de vivir en una tierra que nos permite comer orgánico y fresco, un lugar como La Huerta no es un lujo, es una necesidad. Volvamos a lo natural, aunque sea de vez en cuando.
Datos Útiles
Best Buy: Wrap de la Huerta (G 20.000)
Horario: Lunes a Viernes, 11 a 15
Delivery: No