La Bodega Luis Felipe Edwards ha tenido siempre el propósito de desarrollar el negocio en torno a los valores tradicionales de la familia. Creen firmemente que en manos de los integrantes de la familia van a llegar muy lejos y controlan el terroir personalmente con trabajo arduo como parte del secreto de lograr vinos únicos.

Para los Edwards, los grandes vinos se hacen en el viñedo. Siguiendo este criterio fue como se convirtieron en una de las bodegas más premiadas (más de 500 galardones), llegando a formar parte de las ocho familias que concentran más del 60% de la producción del vino chileno exportado.

Hablemos de este lugar privilegiado: el Valle de Colchagua. En esta región se encuentran plantaciones de más de 100 años que producen vinos de categoría mundial. Tiene el prestigio de haber sido reconocida como la “Mejor Región Vitivinícola del Mundo” del año 2005, un reconocimiento dado por primera vez a una región vitivinícola de Sudamérica.

La cordillera de los Andes forma un corredor ideal para los vientos entre las montañas y el mar. Este fenómeno regula las temperaturas del Valle.

La parte baja sería la cordillera de la Costa, de 500 metros de altura. Esta permite la entrada de los vientos fríos del océano Pacífico hacia el interior. Sobre la cordillera, la nieve, al derretirse, provee de agua durante el verano.

Dentro del valle se distinguen tres sectores: el terroir plano de origen volcánico, especialmente apto para el cultivo del Carménère y Malbec; luego vienen los suelos con alguna pendiente (mezcla de arcillas y piedra), donde están el Syrah y el Cabernet Sauvignon; y, por último, los terrenos más altos de composición granítica, que han dado grandes Syrahs.

Hacia la costa se encuentra Paredones, desde donde vienen algunos frescos Sauvignon Blanc. Ya en zonas cordilleranas, como Sierras de Bellavista —a 1.100 metros de altitud—, podemos encontrar la variedad Riesling.

Actualmente, cuenta con una superficie aproximada de 30.000 hectáreas plantadas con viñedos, que corresponde al 20% de la superficie total de viñedos de Chile.

Para conocer un buen representante de esta región, descorchamos un vino assemblage llamado Doña Bernarda, que es el primer vino ícono lanzado por Luis Felipe Edwards en honor a su señora Bernardita.

Elaborado desde 1997 con uvas de alta calidad de sus mejores viñedos. Su principal componente, el Cabernet Sauvignon, es ensamblado con Carménère, Syrah y PetitVerdot, variando en proporciones varietales cada año de acuerdo al criterio del equipo enológico y los resultados de cada vendimia. Este vino de corte ha recibido numerosas medallas internacionales. Por citar una de las más importantes, obtuvo el reconocimiento como el mejor Cabernet Sauvignon chileno por la “London’s International Wine Challenge”.

Doña Bernarda es un tributo a todas las madres y esposas del mundo, como símbolos de la vida familiar, estabilidad, belleza y respeto.

Notas de cata

La primera impresión muestra un color rojo profundo. En nariz es complejo, presenta aromas a sabrosas frutas como moras, frutas en confite y toques de regaliz, notas a chocolate y tostados producto de su crianza de 18 meses de roble francés. Se recomienda decantar durante una hora como mínimo, para que despliegue sus aromas. Al paladar tiene buen cuerpo -robusto, firme,- y se le agregan taninos maduros a su complejidad. Tiene un prolongado y delicioso final. Es un vino con buen potencial de guarda. Para el maridaje, recomiendo acompañar con quesos curados, lomo, ojo de bife, guisos y pastas con salsas contundentes.

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