21 de Noviembre de 2024
Cuando me disponía a empezar la columna de este número, entre los temas varios que tenía agendados y que siempre estiro hasta lo último en términos de tiempo, me pensé en función a los lectores —son muchos— que a lo largo de estos años me buscan por las redes y me escriben, ya sea para comentar algo que leyeron, como una continuación de una conversación o simplemente para expresarme sus buenos deseos.

Confieso que jamás he recibido un mensaje negativo con respecto a mis columnas, que buscan ser una especie de “descorche infinito”. Me gusta hablar de todo, porque el mundo del vino está en todo, somos parte del cosmos y andarlo con una copa en mano es siempre mucho mejor. 

La crítica: ¡presente! 

La crítica como búsqueda, la crítica como disparador y no como bala perdida. 

2 de Abril de 2024

Mariela Castro

Margaritas a los cerdos

La crítica es el factor que —sigo creyendo— nos falta, y mucho, para poder mejorar. 

Este es el año del cerdo, según la astrología oriental, representada por distintos animales que sacan número en lista de aparición, cada doce años. La sigan o no, fantasía o realidad, es un tema sobre el cual se puede reflexionar, siempre en positivo.

Según lo que leí, el cerdo representa la sensualidad, la confianza, el buen vivir; justo lo que nos apasiona por aquí. Sin dudas es un animal que pasa de la gloria reverencial —revolcarse en el lodo— a la parrilla en un santiamén. En mi primera infancia tuve una chanchita rosada que era la extensión de mi mano, de extrema suavidad, también tuve alcancía chanchito. Si en lo coloquial están asociados a la abundancia, es de esperarse que en el plano astral las cosas se conjuguen. 

Considerando el aprendizaje como una constante — puesto que, querramos o no, día a día aprendemos algo que no sabíamos o nos era ajeno, y así será hasta que nos lleve la parca—, la idea es proponer la generosidad en el compartir. Este será un buen año para romper el chancho lleno de los (buenos) deseos guardados para la posteridad, en pro de construir y seguir construyendo buenos hábitos y gustos por lo bueno y lo simple. 

Aviso: Busco cerdito, confiable y bonachón; las perlas las pongo yo. 

La dicotomía entre lo emocional y lo carnal. Es así que al tiempo de sentir ternura por el animal también sentimos agua en la boca.

La propuesta “Setecientas”, para ustedes lectores, es que hagan sus preguntas, planteen sus inquietudes, que, segura estoy, aportarán de sobremanera a ir sobre puntos claves en lo que acá nos ocupa. Este año quiero sumar almas a la construcción de lo que me plantee el primer día: compartir las ideas, experiencias y vivencias que hacen a nuestra vida más sabrosa. 

Es preciso que el diálogo se imponga al monólogo en el camino para sumar(nos) y crecer. Si bien acá no tenemos la inmediatez predominante de las redes, tenemos el ánimo de intercambiar pareceres. 

Este año, Setecientas será el 911 del buen vivir, con capacidad de respuesta mensual. No forme fila, solo escriba. Y, finalmente y por las dudas, tengan a bien saber que el mejor compañero de un chanchito será siempre un jugoso Carménère; esta variedad de uva que, a pesar de su desaparición en la Bordeaux de mediados de siglo XIX, resucitó de entre los muertos y la tenemos tan cerca, habiéndose convertido en una insignia para la viticultura chilena —como el Malbec a la Argentina, que en nuestro país es sinónimo de vino, aunque muy mal empleado—, proporcionando vinos de cuerpo medio, mucho más amables que un Cabernet Sauvignon o un Merlot. Una uva muy frutal, aunque pase por madera, con aromas a hierbas —agréguele a su chanchito ramitas de romero— y que además no necesita más de 15 grados para explotar sus moléculas en nuestro paladar. Una de las variedades más versátiles en términos de potencia.

¿Una etiqueta de Carménère recomendada?

Montes Purple Angel; el vino pedido por “El Sol de México” en su estancia en Paraguay, que es como sentir un terciopelo en el paladar y una nariz que nos remite a huerta. 

¡Eso es todo amigos!

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