Uno puede acercarse a un vino como objeto de crítica, con la intención de abrirlo y estudiarlo rigurosamente. Pero también, y esto siempre me interesa más, podemos beberlo y compartirlo sin otro propósito que el goce, que la felicidad. En ambos casos, ojalá haya pasión, una relación intensa y humana con lo que estemos tomando o conversando, y no un lenguaje aprendido, asumido, que probablemente esté plagado de preconceptos. Para mí es muy importante construir el contexto adecuado para cada caso; invitar amigos, encontrar un buen bocado para acompañar, sentarse bajo la luna con buena música. Digo esto porque creo que el vino no es solamente lo que contiene la botella, sino también todo lo que pasa alrededor: la vida, el tiempo, la emoción. Se aplica la metáfora del río de Heráclito: “la segunda vez, ni el hombre ni el vino serán los mismos”. Con el proyecto de escribir sobre un vino, invité a mi amigo L.A. a tomarnos una botella de Trampa, un rosado muy particular creado por el señor Malbec, don Ricardo Santos. Quise acompañarlo con quesos y pensé, como es un rosé, en un queso de cabra fresco o un camembert; pero al ser este un rosado que no es precisamente un rosado en el sentido estricto, me perdí un poco y le llamé a Oliver Gayet. Su recomendación: quesos duros. Una segunda opinión (ventajas de este trabajo), le llamo a Mariela Castro y me sugiere lo que yo ya había pensado, camembert, pero agrega también una mermelada de mora, que obedientemente incluí en la canasta. Sí, es un rosado, pero hay Trampa ¿Qué es un rosado? Es un vino que se hace con uvas tintas, pero al cual se le retiran los hollejos antes de que acabe la fermentación del mosto, resultando en vinos más claros y más parecidos al blanco. También se pueden obtener según una técnica que en francés se conoce como saignée, o sangrado, que es un subproducto de la fermentación de determinados vinos. ¿Dónde está la Trampa? Este vino de Ricardo Santos es un blend de mostos tinto y blanco, un mayor porcentaje de Semillón (65%) y Malbec (35%) se mezclan y cofermentan en los mismos tanques, dándole a este vino el color rosado intenso que lo caracteriza. El propio Ricardo, y así lo escribió en la etiqueta, prefiere llamarlo una “Solución ruborizada” antes que un Rosé propiamente tal. Dos viejos amores del maestro viticultor se encuentran en un mismo vino, el Malbec y el Semillón. Ya conocemos el Malbec del señor Santos, esa sensación de casi estar mordiendo la fruta, con un aporte de madera mínimo; vinos frutados que no recuerdan a la bodega. Y el Semillón; don Ricardo me contó en una entrevista que cuando trabajaba en la bodega Norton, antes de que se instalara el concepto de vinos varietales en el Nuevo Mundo, el vino blanco que hacían era 100% Semillón. A él le gusta esta variedad porque es un blanco que no entra por la nariz, que no es tan aromático como pueden ser un Chardonnay o un Sauvignon Blanc; entonces, es un vino que funciona muy bien en la mesa. A mí lo que me gusta del Semillón es esa textura untuosa que tiene. Los Semillón de Uco tienen además una nota de miel que es riquísima. Para ser un rosado, puede decirse que es un vino vigoroso, y al probarlo con un emmental pude entender el porqué de la recomendación de Oliver. Pero también funcionó muy bien con el camembert y la mermelada de moras, que hizo resaltar la fruta del Malbec. Me gustaría probarlo de nuevo con una comida, con una buena merluza o con unas piezas de nigiri. Acepto invitaciones. Notas de “Cata” Si este vino fuese una mujer, ¿qué tipo de mujer sería? Ese fue el ejercicio de degustación que nos propusimos con L.A. después de la segunda copa. Trampa es, según nuestro arbitrario método de cata, dos mujeres, que pueden ser en verdad la misma. 1) Esa compañera que nunca nos llamó la atención en el colegio pero aparece 15 o 20 años después convertida en una mujer, con la experiencia encima, con los ojos cargados de mundo y de pronto nos parece muy atractiva. 2) La otra es una mujer que viajó por el mundo, que se cargó de culturas, de paisajes, de emociones para luego volver a la casa, al espacio íntimo y familiar. Lo que no quiere decir que sea un “vino para mujeres”. Personalmente, no creo en los vinos para mujeres ni en los vinos para hombres; creo en los vinos buenos y en esos otros, que es mejor olvidar. Trampa, definitivamente, está entre los primeros.