En la generación del milenio caben quienes llegaron a la adultez después del año 2000. Este grupo o target es foco de los esfuerzos comerciales de las marcas en la mayoría de los sectores. El nuevo consumidor no pasa desapercibido para la industria vitivinícola que ha descubierto que tiene preferencias claras cuando elige un vino.
Los millennials buscan vinos frescos y frutados con expresión del varietal. No se casan con una u otra bodega, tienen muy presente la relación calidad-precio y son amigos de la tecnología, la ecología y la personalización.
Este nicho se encuentra siempre en búsqueda de novedades; por tanto, a mi parecer, el tinto blend que hoy presentamos cumple al pie de la letra con la idea. Tintillo es 50% Malbec - 50% Bonarda y lo elabora la Bodega Santa Julia, una bodega sustentable, comprometida con el medio ambiente y la comunidad donde se encuentra.
Este tinto ganará los corazones de muchos. Comenzando por la botella (tipo borgoña) que lleva una etiqueta muy particular diseñada al estilo del arte del fileteado porteño, con un nombre también lunfardo porteño, y tapa a rosca para tomar una copa hoy y poder guardarlo para tomar otra mañana. Este vino promueve la experiencia lúdica, sencilla y menos dogmática de tomar un vino tinto bien frío. Sí, se toma frío, aunque no es obligación. Así lo explica Rubén Ruffo, enólogo de la bodega Santa Julia; este blend, al ser de maceración carbónica, no tiene muchos taninos, por lo cual beberlo frío no genera mayores problemas, a diferencia de un vino con estructura que cuando se prueba muy frío resaltan los taninos. Usaron dos variedades interesantes para maceración carbónica: la cepa Malbec, por la fruta, y la Bonarda, una variedad de grano más duro que sostiene bien todo el proceso.
En la maceración tradicional, el grano se rompe para que los azúcares se mezclen con las levaduras y comiencen a fermentar para obtener el vino. En cambio, en la maceración carbónica la fermentación ocurre en el interior de la uva. Es un vino que, a pesar de tomarse a baja temperatura, no pierde expresión, y los taninos no se vuelven duros.
Tenemos un tinto fresco y desestructurado à la beaujolaise. En la copa, a simple vista, presenta un color rojo violáceo; y en nariz, toda la fruta intensa típica del Malbec de Valle de Uco. Notas a frutas rojas como frutilla y cereza. A pesar del protagonismo de la fruta, es un vino seco. En boca aparece más la Bonarda, que aporta carnosidad, estructura y carácter, como también pequeñas notas vegetales. Ambas cepas crean en el paladar taninos suaves, jugosos y dulces, conjugados en un bouquet con buena acidez que mantiene una frescura agradable hasta el final. La temperatura de servicio queda a criterio de uno (aunque recomiendan de 8 a 10 °C). Hay que dejarlo en la heladera, sacarlo, servirlo e ir probando hasta encontrar la temperatura que a uno le parezca. Este Tintillo es un excelente compañero para los días cálidos de los que abundan en estas tierras. Animarse a romper con el tradicional “hace calor, mejor tomar vino blanco”. Es una excelente opción para reemplazar o combinar con vinos blancos y rosados en el verano. Se puede maridar con comidas livianas, descorcharlo como aperitivo, con picadas o al paso con pizza en una reunión de amigos.
Una bella etiqueta nos cuenta una historia, pero, al final, el contenido de la botella es lo que nos invita siempre a descorchar otra.
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