18 de Abril de 2024
Viña Cobos Bramare Los Arbolitos Vineyard Chardonnay 2017

 

 

 

A PESAR DE que últimamente están de moda los vinos con mucha fruta y poco o nada de crianza en roble, siempre estamos quienes nos deleitamos con el bouquet que aportan al vino correcto unos meses o años de crianza en barrica de roble. El vino mejora con el roble en muchos casos, siempre y cuando la madera no sea muy invasiva y llegue a sobrepasar el carácter del vino.

Cuando pensamos en roble, automáticamente pensamos en vinos tintos; poderosos, sedosos y complejos, con potencial de guarda de años a décadas. Pero existe un mundo interesante por descubrir de cepas blancas que ganan mucho con la crianza en madera, desarrollando aromas complejos, cuerpo y otros atributos que los convierten en vinos fabulosos.

Hay dos tipos de roble muy utilizados en la crianza del vino; el roble americano y el roble francés. El primero da aromas menos complejos y más rústicos como la vainilla, cacao, caramelo, coco y en transferencia más rápida, por lo que son menores los tiempos de crianza requeridos para que el vino no presente aromas invasivos. El segundo ofrece más taninos de la madera, una influencia aromática más compleja de transferencia más lenta, destacándose los aromas a canela, clavo de olor, tabaco y hojas de té. 

10 de Marzo de 2020

Christian Mezger

Hemos acuñado la creencia de que el vino blanco debe ser ligero, afrutado y de carácter liviano, sin embargo, existen otros estilos, como los blancos con crianza en barrica. Estos vinos se vuelven más untuosos, complejos, equilibrados, suaves y sobre todo muy elegantes, como los clásicos Grand Cru de la Borgoña, en los que los aromas primarios de la fruta se visten con la cremosidad de las lías mientras que la madera libera sus tonos especiados y tostados que tan bien le sientan al vino.

Para la crianza en roble se necesitan uvas de gran calidad, con cuerpo y grado, capaces de integrar el roble y sus taninos conservando parte de su acidez. El vino se vuelve más redondo, la acidez se integra y los aromas se ensanchan: tostados, mantequilla, especias, frutos secos, membrillo, miel. El color del vino se torna más dorado, con más volumen, graso, mantecoso, persistente y denso. Son vinos que agradecen unos grados más de temperatura en el servicio (8-12º C) y tienen mayor potencial de guarda. El Chardonnay puede beneficiarse mucho con la crianza en roble, también otras cepas como la Viura, Verdejo o los assemblages blancos de Graves. 

Hoy disfrutamos de este vino blanco mendocino, 100% chardonnay que pasa 50% de 12 meses en barricas de roble nuevo francés de primer uso y 50% de segundo uso.

Tiene color amarillo pajizo a tenue dorado con destellos verdosos; muy brillante y transparente, limpio y translúcido. Nariz de intensidad pronunciada aunque delicada y complejidad sutil. Encontramos fruta fresca, destacándose el durazno y la pera, manzana verde, cítricos tenues, fruta tropical discreta a banana y ananá, con hierba fresca que me recuerda al té verde o la salvia y aromas a flores blancas. En segunda nariz aparecen la mantequilla, chocolate blanco, tostado y avellana. En boca tiene buen cuerpo, aunque es bastante ligero al tomar, bien estructurado, frutal y fresco, un poco untuoso, redondo, con acidez equilibrada que le aporta frescura; los sabores son intensos, los aportes del roble sin excesos. Tiene un final larguísimo, fresco y elegante.

Es un vino blanco complejo, elegante, fresco y de muy buen calidad, estando en su mejor momento para “drink now”, aunque tiene algunos años de potencial de guarda. Es un vino gastronómico que sugerimos maridar con aves o pescados grasos en salsa cremosa blanca; ensalada César. Va bien con langostinos empanados y platos japoneses como sushis con cream cheese o comidas tailandesa que tenga leche de coco. Temperatura de Servicio sugerido: 9 a 10°C. ■

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