Grande fue la sorpresa, este año, cuando salió un Cabernet Sauvignon argentino como uno de los mejores tintos del mundo en la premiación “Vinalies Internationales”, en París. Sobre todo porque en Francia, históricamente, se encuentra el Cabernet Sauvignon de calidad y excelencia.
Conozcamos un poco la envergadura de este evento y por qué hace tanto ruido el premio. Por 5 días estamos ante 130 narices y paladares de 40 nacionalidades; juntos, catan a ciegas 3.500 muestras de todo el mundo, entre las cuales premian al mejor exponente en cada categoría con medalla de oro o plata. Es una forma, según explica la organización, de destacar a los mejores productores y producciones vitivinícolas del mundo, reconociendo con la premiación la calidad de elaboración del vino.
Hablemos entonces de este vino que, según el enólogo de la Bodega La Mascota, Rodolfo Sadler, marca un hito y abre camino a otras cepas que también tienen un enorme potencial y merecen ser conocidas. La bodega pertenece al Grupo Peñaflor, y se considera una bodega de vinos de autor liderada por el enólogo argentino Rodolfo Sadler, que tiene una carrera marcada por la tradición familiar y el deseo, desde muy joven, de producir vinos propios.
La Mascota Cabernet Sauvignon procede de uvas 100% de Maipú; esta región es llamada “La Cuna del Vino”, por el hecho de que las primeras historias del vino comenzaron aquí y también porque, desde 1887, casi por 70 años, más de la mitad del vino que se tomaba en la Argentina venía de esta región.
El terroir de donde procede esta variedad, Cruz de Piedra, lleva impregnado el trazo clásico de la región, aunque podemos catalogar también a esta etiqueta dentro de los vinos de estilo moderno, ya que compite internacionalmente. Los suelos pedregosos, con arena y arcilla, despliegan concentración de aromas, buen volumen y sabor frutal.
Aprimera vista, tenemos un vino de color rojo intenso con algunos toques de color violeta. En nariz, tenemos un despliegue de notas a cassis y fruta negra confitada; notas de pimiento y chocolate nos cuentan sobre un paso por madera. Este vino tiene 15 meses de crianza en barricas nuevas de roble francés y americano; amansan los taninos ásperos propios del Cabernet y nos aportan notas tostadas, ahumadas, la vainilla y el coco. En boca, un sabor marcado y buena estructura, taninos maduros con permanencia larga y final elegante. Todo este bouquet resulta muy atractivo al paladar tradicional.
Llega el momento de la verdad: ¿con qué podemos acompañar esta elección tan clasicista? Justamente, con maridajes típicos. Este Cabernet es intenso, con buen cuerpo y frutado, un excelente aliado de las carnes asadas o a las brasas, con guarniciones simples. También va con carnes de caza como son jabalí, ciervo o conejo. Platos que tengan de base setas o champignones, variedad de quesos duros, curados o grasos como el emmental.
Es apropiado con platos que estén condimentados con pimienta negra, mostaza o salsas picantes, con pimientos o tomates, en guisos o pastas. Todo tipo de charcutería incluido el famoso choripán. Un tip muy importante: es un maridaje óptimo en caso de platos con sabores amargos y pronunciados como las alcachofas. Si se animan a seguir con el postre va muy bien con el chocolate negro.