21 de Noviembre de 2024
De la teoría francesa a la biodinámica

Pasamos de un vino que resalta la teoría francesa de que el terroir define la calidad del vino a un vino chileno, elaborado con la filosofía biodinámica.

En estos tiempos, la responsabilidad por el medio ambiente y el desarrollo sustentable son tendencia y forman parte de todos los debates políticos, económicos y sociales; la agricultura orgánica y la biodinámica también tocan las puertas del mundo del vino. El mayor exponente y precursor de esta corriente se encuentra en Francia, Nicolas Joly, que en 1984, con la bodega Clos de la Coulée de Serrant, produjo vinos biodinámicos. A partir de ahí la experiencia se extendió a otros países, como Italia, Austria y Portugal.

Pero, ¿qué es la biodinámica? Es una filosofía de vida que, en pocas palabras, hace hincapié en integrar el cultivo, la ganadería, el reciclaje, el mantenimiento del suelo, la salud y el bienestar de los cultivos y animales. Todo esto se logra respetando totalmente la naturaleza y sus fuerzas. Aprovechando las energías que se producen en la interacción de la tierra con el sol, la luna y los planetas, se pueden obtener uvas más saludables e individuales y, de esta manera, lograr vinos únicos.

La práctica claramente se opone a la globalización y prohíbe el uso de químicos (fertilizantes y pesticidas).

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Este modelo de producción llegó también a Latinoamérica. Hace 19 años la bodega chilena Emiliana decidió cambiar su proceso de producción y apostar a la agricultura sustentable. El enólogo de la bodega, Álvaro Espinoza, lo denomina “agricultura espiritual” y reconoce la importancia de la influencia cósmica en los procesos de vida.

Ante tanto misterio, nos sentimos curiosos, y qué mejor que descorchar Coyam, el vino tinto insignia de la Bodega, como una forma de introducirnos a este estilo de vinificación. Este vino de corte proviene del Valle de Colchagua; es un delicado assemblage de 48% Syrah, 24% Carménère, 11% Merlot, 10% Cabernet Sauvignon 3% Mourvedre, 3% Malbec y 1% de Petit Verdot. Coyam significa roble, en idioma mapuche.

Su color es rojo-violáceo intenso. En nariz hay frutos negros y rojos maduros, notas especiadas dadas por el Syrah, cuero, grafito y notas terrosas típicas del Carménère. En boca, hay muy buen cuerpo, taninos redondos, suaves, buena acidez, que nos da un vino con carácter y final largo. Tiene una crianza de 13 meses, 85% roble francés, 15% roble americano. 34% barrica nueva, 33% barrica de un uso y 33% barrica segundo uso. Potencial de guarda de 10 años y más. Algo muy importante es que hay que decantar el vino antes de beberlo.

Es un vino apto para servir con carnes rojas suavemente especiadas, quesos frescos y maduros, pastas acompañadas de diversas salsas y frutos secos.

17 de Agosto de 2017

Margarita Mendieta

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