Elegí, primero que nada, un Sauvignon Blanc de Amayna, del Valle del Leyda, que tiene la característica de ser fermentado en barrica de roble francés; entonces, le da un tono distinto. Es un vino mucho más complejo, muy fino y que, al tener madera, tiene otra potencia en el paladar y puede acompañar también otro tipo de alimento. Comemos mucho surubí, y este vino puede ir perfectamente con un surubí al roquefort.
Luego el Pinot Noir. Elegí un Lapostolle Cuvée Alexandre, que es del valle de Casablanca. Este vino despierta las notas aromáticas y organolépticas del Pinot Noir; tiene cuerpo interesante, es envolvente en el paladar, es frutal también. Tiene añejamiento en barrica, pero no le gana la madera al vino, y este tipo de vinos es ideal para comer sushi o para acompañar con surubí, por el nivel graso que este tiene; es el único tinto que sirve para acompañar pescados.
El Pinot Noir va bien en este calor navideño. Es la uva para todo el año. Acompaña bien platos como el vitel toné, chipa guasu, sopa paraguaya, pollo y carnes blancas.
Amayna Sauvignon Blanc 2009
Los suelos de baja fertilidad y la leve brisa del océano Pacífico entregan un alto potencial aromático y una gran intensidad que se refleja en sus notas florales, cítricas y minerales. Un vino lleno, equilibrado, con mucha personalidad y exquisita elegancia.
Lapostolle Cuvée Alexandre Pinot Noir 2011
Este vino, de delicado tono rojo, presenta una compleja nariz; integra frutas rojas frescas como frutillas y berries con chocolate blanco, pimienta negra, clavo de olor y notas a tabaco. En boca es jugoso y refrescante, de estructura elegante; sabores a frutas y tabaco. Sabroso y largo final.