Hasta hace poco el Tannat era una cepa poco difundida en el mercado local. En primera instancia, no es una cepa que agrade a cualquier paladar, sobre todo los acostumbrados a vinos frutados y de poca madera. Sin embargo, el gusto evoluciona y sentimos placer en experimentar nuevos sabores. Esta evolución de paladares es algo que pasa históricamente y hago hincapié en esto porque así sucede con el Tannat.
Esta cepa es europea. Su cultivo fue difundido por los monjes en Francia, en la zona vitícola vasco-francesa de Madiran, al pie de los Pirineos en el suroeste francés. Su gran tanicidad, característica que le dio nombre, la posicionó como cepa de elevada fuerza y concentración pero, lastimosamente, fue opacada por el Cabernet Sauvignon y el Malbec. La cepa Tannat quedó en un estadio de potenciador de blends, pero como monovarietal no tuvo mayor desarrollo en el Viejo Mundo, se mantuvo en su zona y no pasó de ser una cepa bastante rústica. Sin embargo, le esperaba un futuro prometedor en otras tierras.
Fueron los inmigrantes vasco-franceses quienes, en el siglo XIX, introdujeron la Tannat en Uruguay. Entre ellos Pascual Harriague, principal impulsor de la vitivinicultura uruguaya; y en ese nuevo suelo y clima al que se adaptó tan bien, la Tannat tuvo una segunda oportunidad de demostrar su gran valor convirtiéndose en la cepa emblema de Uruguay. Desde allí se extendió a la Argentina y a finales de siglo XX fue llevada también a California.
Foto extraída de Bodega Garzón, elegida como la mejor del año por Descorchados 2021.
Los Tannat uruguayos logran un balance y una complejidad singulares, producto del clima subtropical húmedo y de la influencia oceánica en la maduración de los frutos. Los suelos de diferentes perfiles y composiciones son un factor determinante. Por ejemplo, los vinos producidos cerca de Montevideo son intensos y firmes mientras que en Carmelo o Maldonado se obtienen Tannats más ligeros. Además de producir vinos jóvenes, la cepa se utiliza para los tintos de guarda. Algunos blends que buscan domar esos taninos son los realizados con las cepas Pinot Noir, Merlot y Syrah.
Los Tannat argentinos son diferentes. El clima cálido, soleado y seco de los Valles Calchaquíes donde se cultiva es lo contrario al clima de Uruguay. Por eso, en Argentina están desarrollando buenos Tannats de altura en Salta (Cafayate es la localidad con mayor concentración de hectáreas) pero son diferentes, tienen concentración de fruta y notas especiadas.
La piel de la baya es gruesa, lo cual la hace resistente a plagas y enfermedades. La cantidad de semillas que contiene la baya Tannat es mayor, unas 5 contra 2 ó 3 del resto de las cepas -precisamente su alta tanicidad es consecuencia de esto-.
Son vinos potentes de color intenso. Los aromas del Tannat van de frutas rojas a negras con una dosis de regaliz. Luego se sienten las notas de crianza: la vainilla, el chocolate negro y el humo. Algunas veces notas de cardamomo y especias. En boca, si es un vino joven es ácido y astringente. Según el paso por madera, cuanto más contacto con roble más carácter especiado y menos acidez y astringencia. El envejecimiento en barrica de roble amansa los taninos y permite una entrada constante de oxígeno al vino que ayuda a que sea más suave y amable en boca.
Boeuf Bourguignon, un plato fuerte y de sabor contundente, cocinado y maridado con un Tannat uruguayo para nuestra edición 105.
Los Tannat con tanto carácter, piden a gritos alimentos con alto contenido en grasa y sabores contundentes que ayudan a suavizar el agarre de los taninos en la boca. Hablamos de un maridaje basado en carnes rojas asadas, cordero, confit de pato, charcutería de todo tipo y quesos envejecidos de sabores potentes.