El verano se despidió de sus fieles y dio paso a la estación de los días grises. Un sinfín de nubes viajan a través del cielo invitándonos a reflexionar y disfrutar de cada segundo con paz abrasadora.
Nuestro homenaje al otoño y a las nubes es este cóctel refinado que nos ayuda a ir soltando el clima caluroso con sus toques cítricos, dando paso a la nueva estación con agregados secos, para un disfrute cálido y equilibrado.
Nos enfocamos en buscar ese punto exacto que genera cosquilleo en boca y nos hace pedir una ronda tras otra. En primer lugar, apuntamos a un destilado que complementa con todo, ¿y qué mejor, con su postura firme, que el gin Tanqueray? Seleccionamos uno seco para complementar y realzar cada una de las esencias de los ingredientes, gracias a su versatilidad para las mezclas.
Seguimos con un juego de sabores cítricos: lima de Persia fresca y quinoto, el que con su amargor en unión con lavanda nos da la gracia de disfrutar de un bitter aromático único. Para finalizar, enfocados en las nubes, generamos una buena espuma agregando una crema espesa que hace alusión a la idea de tener enfrente lo que siempre anhelamos tocar.
El verano ya se fue. El calor se empieza a extrañar. Las frescas brisas nos saludan e indican que ha llegado el otoño. Los colores cálidos son típicos de esta época, una estación en la que predominan sabores como naranja, manzana, vainilla, pomelo o limón Tahití.
Es un momento ideal para tomar un cóctel con una dosis extra de vitamina C que tanto necesita nuestro organismo para evitar contagiarnos de los resfríos y gripes que empiezan a sentirse en el ambiente.
Me he inspirado en el abrigo del otoño (en jopara: jejaho’iha otoñal) para crear un trago a base de ron nacional (caña paraguaya Fortín) añejado por 8 años en barricas de roble, aportándole el sabor amaderado del otoño y las hojas que caen, mezclado con un toque de canela y contrastado con cítricos convertidos en mágicos poha ñana.
Es un coctel perfecto, deliciosamente mágico y con alma paraguaya, para disfrutar y abrigarse durante este otoño.
Con este cóctel busco transmitir la satisfacción casi melancólica que genera el disfrutar de un momento de lluvia, como un símbolo de renovación del propio proceso de la naturaleza, con aromas a tierra húmeda, hierbas frescas y el sonido repetitivo y arrullador de fondo.
Escogí como base el vodka Ketel One por su aspecto y neutralidad, para resaltar los aromas y sabores a las hierbas otoñales, como el eucalipto mentolado y el boldo.
El pino potencia la presencia del bosque en el cóctel. Lo endulzamos con una miel saborizada, elaborada con sabores alimonados que fusionan a la perfección con el pino, el sabor a hierbas que le suma el lemongrass, y el fascinante aroma y sabor cítrico y floral del cardamomo. Para equilibrar, le añadimos un dash de una bebida amarga con base de hierbas.
Por esas cosas de la naturaleza, nuestro planeta hace un paseo alrededor del sol en un viaje que dura 365 días. Durante ese tiempo, cuatro veces cambian los aires, los vientos y con ello las temperaturas, la vegetación, las cosechas y por lo tanto cambian las conductas y actividades de las personas. Durante el otoño, en general, regresamos a las actividades de rutina, en muchos casos se tratan de actividades productivas, lo que significa progreso, el cuál nos lleva a un tiempo diferente, una sensación de bienestar que está dada por otros factores no tan efímeros como las vacaciones.
El otoño plácido y tibio trae consigo otros sabores de los cuáles elegí vino, peras, cítricos que estimulan la acción de la vitamina C y zapallo para acompañar los sabores ricos en frutas de Johnnie Walker Black Label amalgamado por su tan distintivo humo.
Es un momento en el que el viento toma fuerza y recoge las hojas secas de los árboles, el clima se hace más moderado y los días y las noches duran lo mismo. Pocas personas te dirán que les gusta el otoño, es una estación poco vistosa. La mayoría prefiere el verano con sus vacaciones y diversión, otros la primavera asociada al amor, o incluso hay adoradores del invierno con su manta por los hombros y gruesos abrigos. En cambio, el otoño es la estación predilecta para comenzar con nuevas etapas y afrontar nuevos desafíos y con seguridad, es la mejor fecha para contar historias.
Para mí, las hojas del otoño son símbolo de la renovación, del propio proceso de la naturaleza de determinar que el tiempo de lo viejo ya pasó y que llega el momento de transición a algo totalmente nuevo, por eso simbolizan cambios, evolución.
Por eso escogí como base el whisky Cragganmore, por ser el destilado que expone en su plenitud lo que significa evolucionar tal vez más que otros destilados y, específicamente, este whisky tiene las notas de sabor y olor que busco compartir en este cóctel: ¡naturaleza!
También sentí la necesidad de utilizar algún elemento regional y agregué vermut andino, uno hecho en Bolivia, que también tiene las memorias de estas tierras, y un saborizante y endulzante típicamente otoñal como es el eucalipto mentolado, hecho justamente con hojas secas del mismo, para potenciar su sabor en el hervor.
Finalmente, la clara de huevo está allí para hacer a este cóctel acogedor a través de la sensación espumosa, dándole un toque de espesor y cremosidad, como un abrazo que nos cae bien en las noches otoñales, o en épocas de cambios, como la época de estas hojas.