23 de Abril de 2024
Almazen: En busca de la Serenidad

SI PARTIMOS DE la idea de que “somos lo que comemos”, a muchos nos cuesta encontrar un lugar de equilibrio entre el saber vivir y el vivir sano, que es la preocupación de los tiempos que corren. Me encaminé al renovado local de Alma Zen con este dilema en mente, y con ganas de que los viejos hábitos cedan un poco de espacio a nuevas experiencias: alinear mente, cuerpo, espíritu...Abrir las puertas del almacén al zen.

Alma Zen cumplió tres años y, para festejarlos, su dueño Carlos decidió tirar la casa por la ventana. La renovación es casi total, sin comprometer la esencia del local y su filosofía. Entré a un espacio sencillo y despojado, que logra la elegancia de lo simple. Una antigua casona de barrio que se sacudió los adornos sin perder su identidad. Un oasis en medio de tanto bullicioso almuerzo de entre semana: paredes blancas, pisos de la época, muebles sencillos, mucha luz natural, una huerta a cambio de jardín y un hermoso pergolado de malvecino reciben a los comensales.

El menú es acorde y está basado en una filosofía saludable y orgánica, con sabores que nos recuerdan a la cocina tailandesa, ala hindú y, por supuesto, a platos fuertemente ligados a la cocina paraguaya. Mucho fermento para proteger la microbiótica intestinal y mejorar el estado de ánimo, mucho alimento recién cosechado y pocas horas de cocción son también principios que sustentan esta propuesta gastronómica.

De lunes a sábado se puede optar por el “Buddha Bowl”, plato completo y saludable que va cambiando todos los días en función a la estación, al clima y a los productos hortícolas disponibles. ElBB es el plato económico de la casa, e incluye un agua saborizada y una generosa rodaja de pan de verdadera masa madre. Según el día, puede incluir quinoa con kumanda pytã, pepino, repollo,espinacas, tomates cherries, veganesa de cúrcuma y algo de locote o mijo con porotos mung, calabaza asada, berenjena,pepino y chucrut con salsa de cilantro.

El menú, saludable y orgánico, recuerda a la cocina thai, a la hindú y a la cocina paraguaya.

También se puede optar por la secuencia diaria que consta de tres pasos: entrada, fondo y postre,que también cambia todos los días o se puede elegir directamente a la carta. En ella van a encontrar desde marineras hasta calzones, pasando por paellas, ensaladas, gazpachos, samosas y algunas opciones de pasta.

Los postres son un capítulo aparte, por la originalidad y la frescura. Se elaboran según la estación y disponibilidad, por lo que siguen la misma línea de la propuesta: sugerencias frescas, creativas y livianas, para alimentar no solo al cuerpo, sino también a la mente inquieta y al alma alborotada por el correr de la semana. Como soy dulcera,quedé asombrada por la variedad de sugerencias: helado de açaí,torta de chocolate con nueces, pie de limón, textura de frutillas, semi frío de mburukuja con base de frutos secos, son algunas de las propuestas. Probé algunos y estaban deliciosos. Se pueden apreciar claramente los ingredientes frescos y armónicos que honran el final del almuerzo o el inicio de la agitada tarde. Nuestros días también son todos distintos, aunque intentemos respetar una apretada agenda o nos dejemos llevar por la corriente.

Un punto aparte para la presentación de los platos, porque si bien el menú busca ser simple y sencillo, las formas son sutiles y minimalistas pero muy elegantes. ¡Un gusto para todos los sentidos!

Además del servicio de desayuno (tardío) y el almuerzo, en AlmaZen encontramos un pequeño mercado de productos orgánicos a disposición y, los martes y viernes, hay entrega de frutas, verduras y otros productos frescos con pedido previo.

No hace falta ser budista, vegetariano, zen o vegano para ir a comer a Alma Zen, la idea es descubrir una forma más liviana y serena de comer y por qué no, de vivir. Mientras vivamos habrá aprendizaje.¿Por qué no abrir la mente...? Aunque sea de vez en cuando.

9 de Diciembre de 2018

Alacarta

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