Para quienes gustan de la buena atención y la buena carne, Alma es una opción recomendada.
Él es Gustavo, y es uruguayo. Ella es Cecilia, y es argentina. Ambos son los anfitriones de “Alma, cocina con fuegos”, que abrió sus puertas el pasado 15 de septiembre, constituyéndose en una nueva oferta donde comer el producto más preciado producido en nuestras tierras. Ambos, con vasta experiencia en sus respectivos países en el área gastronómica y tras una intensa búsqueda, toman a Paraguay como su base y donde llevar adelante su expertise.
Nos sentamos en el patio, la noche era fresca y agradable. La iluminación creaba buen clima y justa para la vista. Gustavo nos comenta de su llegada al país y de su búsqueda. Luego se nos une Cecilia.
Hablamos de sueños y pasiones desde el alma y del alma de los fuegos. Parrilla, tatakua, hornallas, todos los fuegos prendidos para lo que hubiere lugar.
“Especialidad”, pregunto. Gustavo duda en responder. Miramos la carta y nos propone cortes conocidos, con un entorno de entradas y acompañamientos bastante amplio. Yendo al punto, le pido me sugiera nuevamente y, con una sonrisa, me dice: “elige lo que estimes”.
Antes de levantarse, me comenta que han introducido como novedad entradas sugeridas por el chef, además de las tradicionales como sopa, chipa, empanaditas, tiradito de salmón; estos últimos no tan habituales en nuestras parrillas, bruschettas y jamones.
Optamos por las sugerencias del chef: Ostiones a la parmesana en una salsita de vino blanco y morrones. Si bien nuestra mediterraneidad nos condiciona, el alcance no es imposible. Vuelve Gustavo y nos incita a elegir también el pulpo a la parrilla con puré de papas. Llegan casi juntas las dos entradas. Lo más delicado, los ostiones. Impecables, íntegros y bien hidratados, los vapores levantaban el vino de la cocción generando un aroma embriagador. El pulpo, siempre una preparación complicada, estaba para partirlo con el tenedor.
La carta, además de las carnes, ofrece pastas, ensaladas. Una carta apta para todos los gustos, incluyendo no carnívoros, pero nuestra misión eran los fuegos.
Cuando me alisto para elegir, nuevamente aparece Gustavo y me dice que pida el Ojo de Bife, a lo que asiento. Lo pido con batata al plomo. Todos los cortes incluyen un acompañamiento; puré de papas, morrón asado, mandioca frita, ensalada y otros más.
Llegamos a las 20 horas. Para las 21, el lugar ya estaba a tope. El interior, totalmente lleno, y uno que otro lugar afuera junto a nosotros. Las ordenes se veían ir y venir y la buena disposición del personal de salón se notaba en la sonrisa con la que respondían a toda interrogante.
¡Marcha el Ojo de Bife! Una generosa porción se posa sobre la mesa. A punto fue el pedido y a punto llegó. Creo que el mejor Ojo de Bife que he comido en mucho tiempo. La oferta contempla carne chaqueña, ganado libre, de pastura. Me comentan que en breve incorporaran también algunas otras razas para amplificar la opción entre fuegos.
La carta de vinos, aún en construcción, como la define Gustavo. No hay apuro, la idea es tener lo que se precisa para que el comensal se sienta a gusto. Estiman terminarla o darle un pare el próximo martes. Cuando de vinos hablamos, es difícil ponerse límites.
Los cortes no pasan de 90.000 guaraníes. La opción más elevada viene a ser el Atún rojo ofrecido, con ensaladas y palta.
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