Preguntando al dios Google el origen de la palabra "dapper", me encuentro con palabras como elegancia, charme, estilo y romance. Fotos de grandes galanes de tiempos pasados como Fred Astaire, Robert Redford y Christopher Plummer aparecen entre las imágenes recurrentes. Pinturas de hombres con barbas y sombreros de copa, dispuestos a seducir con sus encantos y buenos modales a las recatadas mujeres de la época se suceden; verdaderos gentlemen que hoy ni en las enciclopedias encontramos, si no sabemos buscar bien.

Dapper Club, un pub/bar que emula en su ambientación los locos años 20, intenta preservar un poco de esa esencia. En su imitación de un speakeasy, uno de aquellos bares clandestinos estadounidenses en la época de la Prohibición, donde beber alcohol estaba penado por ley y el "hablar bajito" era la única manera de disimular lo que en verdad estaba sucediendo, surge como una nueva opción en la vida nocturna de nuestra capital.

La familia que compone Dapper Club es una familia con todas las letras. Los dueños, la barman, la chef encargada de la cocina y casi todos los que trabajan diariamente en el establecimiento son hermanos, novios, hijos, amigos, cuñados, primos, todos parte de un mismo núcleo familiar, cada uno aportando desde lo que mejor sabe hacer, creando juntos un ambiente distendido y joven.

El lugar busca en su ambientación una elegancia sutil, con tonos madera y colores neutros. Afuera, una gran terraza invita a disfrutar de un atardecer de verano con una vista no recurrente de un lugar por el que todos los días pasamos enfrente. 

El menú divide su protagonismo de manera igualitaria entre tragos y propuestas gastronómicas, en su mayoría picadas y entremeses para acompañar la bebida a elección.

La Picada Dapper (G 180.000) es considerada la mejor manera de acompañar desde una cerveza fría hasta un trago de sabor tropical. De tamaño industrial, tan grande que apenas entra en la mesa, esta picada sirve de 8 a 10 personas sin dejar a nadie con ganas. Con milanesitas de carne y pollo, crocantes mozzarella sticks, dados de pollo y carne vacuna asados a las finas hierbas, a la naranja y barbacoa, acompañados de una montaña de papas fritas y un gran pan de campo casero relleno con queso derretido, podría llamarse un rejunte de todos los clásicos de bar asunceno en uno.

La Parrillita (G 140.000), un infaltable para nuestra cultura donde "si no hay carne, no es comida", también viene para compartir entre cuatro, con picaña al ajo, una variedad de chorizos con y sin picante, mandioca frita, porciones de sopa paraguaya y papines salteados.

Como en todo bar asunceno, las pizzas personales no faltan en la carta. Además de la tradicional muzzarella (G 20.000), otras opciones incluyen la de cebolla, queso azul, panceta y aceitunas negras (G 25.000), un clásico reinventado de rúcula y champignones (G 25.000) y una versión de tres quesos (G 25.000), lo suficientemente grande para satisfacer el apetito pero lo suficientemente pequeña para pedirse una promo más de birra.

Una de las curiosidades más grandes del lugar es la manera de presentar las bebidas. Como parte de esa cultura clandestina, la sangría (G 30.000) se sirve en una pequeña pava, los shots de tequila en diminutas tacitas de té y la cerveza puede disfrutarse en taza.

Los tragos más afamados de la casa son el Anzuelo (G 25.000), un aperitivo suave a base de Gancia; y el Dappamado (G 25.000) a base de vino, con una combinación de jugos de naranja y frutilla.  Tampoco faltan las promociones de cervezas, además de los juegos relacionados a bebidas. Por ejemplo, una ruleta con 16 espacios se completa con 16 licores distintos, para una noche de juegos donde todos terminan ganando un buen mareo.

Datos útiles  D. Paseo Lillo Eusebio Lillo esquina Tte. Malutín. Asunción T. 0991 350 240 Horario. Martes a sábado de 18 a 02 Best Buy. Picada Dapper (Gs. 180.000) Delivery No