Tuve la suerte y el placer de vivir durante varios años en la cosmopolita ciudad de Estrasburgo, donde estudié hotelería con énfasis en gastronomía. Luego me especialicé en sommelier en la región de Alsacia, uno de los rincones más hermosos de Francia, donde la gastronomía se luce al igual que sus magníficos vinos.
Alsacia es, probablemente, la región en el mundo que más busca el maridaje perfecto entre las diferentes especias y los vinos, debido principalmente a que sus vinos de cepas no muy tradicionales -como son el Riesling, el Sylvaner, el Muscat o la exótica Gewürztraminer- combinan de maravillas con picantes ligeros, curry y, sobre todo, con la comida asiática.
Antes que todo, son vinos blancos de mucho cuerpo los que aplacan y suavizan los picantes. En segundo lugar, al ser consumidos un poco más frescos que los tintos, también refrescan la boca, que a veces puede estar incendiada por la fuerza de algunas especias; aunque hay muchos, como yo, que las soportan muy bien además de disfrutarlas.
La verdad es que uno siempre se imagina maridar carnes con vinos tintos o quesos con vinos blancos, pero cuando se trata de especias nos encontramos ante la barrera de lo desconocido, porque en Paraguay, más que especias para la comida, usamos y somos maestros en yuyos para el tereré.
Me imagino una rica chipa con queso y ese toque de anís, acompañado de un vino del tipo Viognier o Chardonnay, donde contrarrestan lo tibio de la chipa recién retirada del tatakua, el fresco del vino en la frapera, y en boca se mezclan los sabores del queso, lo aromático del anís y lo cremoso del vino.
Por otro lado, una carne de cerdo con salsa oriental, semillas de sésamo tostado y un toque de jengibre que hagan maravillas en boca, con un seco y cítrico Riesling, donde se potencian los sabores tanto del vino como de la comida, para lograr lo que muchos decimos que es el “placer total”.
Uno de mis vinos preferidos, el Gewürztraminer, que es meloso en boca al mismo tiempo que seco, de gran personalidad, es ideal para acompañar un pollo al curry, donde predominan un sinfín de sabores y el vino es exactamente igual. Esta uva aplaca todos los picantes, los envuelve y los libera de forma excitante, convirtiéndolo en una experiencia de placer.
Para aquellos amantes del sushi, bien regado con wasabi, nada más que un buen vino de la uva Torrontés, para engañar al paladar y disfrutar (uno de mis maridajes preferidos), o, en consecuencia, un Sauvignon Blanc para refrescar, son opciones clásicas que nunca van a defraudar al consumidor y, sobre todo, al enófilo.
Les recomiendo experimentar hasta encontrar la combinación perfecta; es algo apasionante cuando eres amante de la cocina y del buen beber.