El punk es todo, dice Juanma López Moreira al sentarnos con el tereré, pensando estar a salvo de cualquier entrevista o posible manifestación mediática. Es modesto, de los de verdad, rozando niveles muy altos de autobochorno. “Che, pero ¿y cómo es el tema de las preguntas? ¿Cuándo arrancamos?”, consulta algo nervioso a los 10 minutos de charla amena. “Ya empezamos, Juanma”, y me río. Cara de horror, sonrisa inquieta, sigue como puede...

- Nunca sé cómo hacer esto. En la única entrevista que me hicieron, terminé vomitando al final. 

- Pero sabés contar lo que hacés, ¿verdad? Aunque sea de forma “no tan oficial”.

- Sí, claro. Sé explicarme… pero con los perros.

Y analizándolo a grandes rasgos, esta confesión cae dentro de lo simpático, ya que al ser un hombre de cámara, de registro constante y observación casi patológica, le resulta imposible entregarse a cualquier tipo de spotlight. Necesita estar detrás controlando cada detalle del caos con el que él mismo define su trabajo y su forma de narrar una historia.

El común de los mortales podría pensar que dedicarse de lleno al mundo del audiovisual es bastante más complejo de lo que comprenderíamos, y acá es donde la vocación de Juanma trasciende este concepto y nos golpea como patada ninja por la cara. Él es del punk (y del pan), siendo su inspiración constante la filosofía del DIY (Do It Yourself), inmortalizada con un tatuaje pequeño pero visible en su brazo izquierdo –obviamente, hecho por él mismo– para no olvidarse de dónde viene y a dónde quiere llegar. Lo mejor que se puede hacer con lo que uno tiene es parte del encare de su día a día.

“Vos sos lo que consumiste. Lo que entró a tu cabeza y se deformó. Y de todas esas ideas, mostrás lo que realmente te importa”.

Ahora bien, con toda esa ideología sobrevolando su universo, se describe como una persona más básica de la que nos imaginaríamos. Con 33 años, una esposa caída del cielo culinario, 2 perros amorosos, 3 gatos vividores y un bebé NN en camino; es un hombre de placeres simples: “Birra para divertirse, faso para pensar”.

Destaca la relación entre la gastronomía y el arte, y recuerda como de chico, ir a paelladas en lo de un tío “medio raro” (el famoso “bohemio” de hoy) despertó en él esa conexión casi inseparable entre ambas disciplinas. Siendo sensible ante cualquier expresión artística, la cocina es algo de todos los días, un ritual de pareja que sólo da lugar al delivery los domingos. Cabe destacar que Majo (su esposa, o María, como sólo él le dice) es la virtuosa creadora del portal web Corazón de Arroz (soy fan namber uan, stalkeen por favor), donde comparte las recetas más gloriosas del mundo con fotos que calan profundo en almas rollizas y ansiosas como la mía. Ella es claramente una gran influencia y juntos hipnotizan paladares en reuniones con amigos y familiares. Recalco también el hecho de que esta sección transcurre en espacios gastronómicos significativos para cada entrevistado (léase restaurantes) y en el caso de Juanma, su casa era la respuesta más obvia, lógica e íntima.

Al llegar, abre la puerta en delantal y va corriendo a la cocina, donde unas papas rejilla están a punto de entrar al horno y puedo ver, de puro hambrienta, las siluetas de unos sánguches con pan de campo y muchísimo queso a punto de correr la misma suerte. No puedo esperar. Las rondas de tereré y las copas de vino sirven de cronómetro para esa horneada prealmuerzo, que una vez servido es presentado con salsitas mágicas; mayo de ajo (o el amor en un bowlcito), guacamole y un kétchup casero con dulce de guayaba y algo de picante.

“Yo soy de la chatarra, y esta comida es ideal para la resaca”. Es ideal para cualquier momento si me preguntan. En el punto, visualmente muy estética y con ese toque de experimentación no forzada, justo como podríamos describir a cualquiera de los trabajos de Juanma. Se siente tan real como eso.

Citando una vez más el rubro en el que sobresale con creces (pero no le cuenten, porque no te cree nada); el acceso a la tecnología y las nuevas plataformas hacen que poder expresarse, en literalmente cualquier disciplina, sea más fácil que nunca, donde los puntos que cuentan para realmente destacarse son la mirada particular y el contenido o sentido que cada uno quiera darle… Pero que sí o sí necesita estar ahí. Como en el caso de este almuerzo.

Al terminar de devorar esos pedacitos de felicidad, concluye:  “No creo en los medios contrastes. No hay realmente un equilibrio. O todo bien, o todo un quilombo”. Y mi conclusión es que si bien su forma de contar historias es caótica, eso le funciona, porque nace de adentro, y se nota, como todo lo bueno, como todo lo auténtico.

“Para mí, el punk es acerca de ser individual, ir a contrapelo, levantándose y diciendo: Este soy yo”.

– Joey Ramone.