La Expo, realizada en el Salón de Eventos del Paseo La Galería, desde una mirada global dejo notar pros y contras. Un lugar amplio con buena capacidad de estacionamiento, buena ubicación, pero en lo que hace a la estética y a la ambientación, deja un pendiente. Quienes han recorrido viñas y bodegas saben de la calidez y el estilo que ofrecen al recibir invitados y la decimotercera no tuvo esos detalles importantes que hacen al entorno. Haciendo un poco de historia, hemos recorrido desde el rococó de los inicios de las Expo Vino en el Carmelitas Center, hasta el minimalismo puro y duro del 2022 en un lugar muy poco acogedor y a mi criterio demasiado frío para lo que la mística del vino ofrece y los sentidos requieren.
En una primera recorrida identificamos y nos cruzamos con Patricio Santos, muy cordial y correcto al igual que sus vinos. Presentó sus clásicos Ricardo Santos Malbec y Ricardo Santos Semillón, dos etiquetas que ya no necesitan gran presentación en un mercado ganado. Estos vinos los importa Decanter.
Una de las sorpresas en lo personal, fue el Navarro Correas edición del enólogo, con una jugada muy jugada en su proceso de elaboración. Es un blend, esta vez elaborado fuera de todos los cánones preestablecidos habitualmente. Este blend no se arma -como es habitual- posteriormente a la vinificación por separado de cada una de las variedades que lo componen, sino que, se elabora previo a la vinificación con una crianza en barrica de roble francés de 18 meses. Es un vino interesante de probar. Allí mismo, en el espacio de la importadora Wine&Spirits, encontramos el clásico La Mascota; elegimos el Chardonnay con notas muy ahumadas en una primera nariz que luego se suavizan.
En la mesa de Distribuidora Gloria, nos fuimos a lo seguro, un Errazuriz Chardonnay del Valle de Aconcagua Costa, sin dudas los blancos chilenos tienen el honor de serlo y, para contrastar y para quienes buscan sabores más persistentes e imponentes, les dejamos el Tío Pepe Jerez, Palomino fino. Llévelo con unos quesos maduros y hágase la noche.
Para los amantes de los argentos, Argento -importado por Brumado-, ofreció etiquetas de vinos varietales fáciles de beber. Los había probado hace mucho y mantienen un mismo estándar de producción en términos de aromas y sabores, además de ser vinos de muy buen precio. Allí también rescatamos de nuestra primera pasada un Pinot Grigio de Miolo en mezcla con la alemana Risling, que tiene un final un poco dulzón pero apto para acompañar, porque no, una comida estilo Thai. Un blend predominantemente Grigio y como cierre, otro italiano aunque de origen, un Brunello Di Montalcino DOCG 2014 con casi 15% de alcohol, como es habitual en este tipo de vinos del Viejo Mundo.
Del sur de Brasil nos fuimos un rato al norte de Argentina con el Cafayate Torrontés importado por Codisa, un vino que nunca defrauda y que es la expresión clásica de la variedad -siempre que sea servido a la temperatura ideal, entre 10 y 12 grados- tiene aromas florales y no tan seco en boca. Luego la línea Finca Ambrosia, cuyo nombre habla por sí solo, es otra de las líneas que hay que recorrer.
Interesante la variedad de Cabernet Franc que pudimos apreciar en esta edición, es lo que esperamos hace tiempo un poco empachados de malbec sin mucha novedad y lineal. Recuerdo haber leído una entrevista a Michel Roland hace no menos de 10 años, que invitaba e incitaba a la industria argentina del vino a diversificarse. No porque la Malbec no fuera buena, si no, porque los paladares cambian, se aburren y en un mundo tan diverso como es el del vino, le damos un aplauso a la Cabernet Franc. Aunque tímida aún el mercado, esta cepa hizo su rentrée después de años de ser una aguja en un pajar, sorprendiendo en esta edición. Demás está decir que es una de las que hay que empezar a probar.
Cerramos el círculo con los vinos de Caminos del Vino donde llegamos cuando ya estaba casi todo recogido, ya que iniciamos nuestro círculo por la derecha. Pero a pesar de esto, no menos encantados con lo que nos sirvieron: los vinos de Baettig. Entendimos que ya querían levantar campamento y nos quedamos con su Chardonnay D.O. Traiguen, que tiene la fortuna de llevar en su etiqueta el nombre de uno de los enólogos más reconocidos de la escena. Fancisco Baetting, a quien conozco desde hace varios años y con quien trabajé, es una marca registrada de las mejores en el mundo de la enología y así como las etiquetas trabajadas por él. Quien entiende de uvas, de estilo y de suelo no necesita mucha presentación. Cerramos con VIK A Cabernet Sauvignon, la reina de los suelos chilenos.
Un público joven fue el que me tocó ver en la última noche de la Expo Vino edición decimotercera, una buena señal de que el mercado y el público se renuevan. Antes de irnos, pasamos por Juan Valdéz, que se encargó del remesón final trás la ingesta alcohólica de la noche.
¡Hasta la próxima!