21 de Noviembre de 2024
Giménez Riili: Una historia de sueños y pasiones

“El aporte de los talentos individuales ha hecho de nuestra familia una hermosa usina de pasiones y proyectos” (Eduardo Giménez)

La historia de Giménez Riili es una historia de amor, de pasión, y de tradición familiar.

Los Riili son una familia de viticultores que llegaron de Sicilia a Mendoza a fines del siglo XIX, cuando don Fernando Riili pisaba por primera vez los suelos de Colonia Segovia, Guaymallén, para cumplir el sueño de cultivar su propia vid fuera de Europa.

Las Giménez tienen una historia similar. Allá por 1905, desde la tierra mágica de Granada, en Andalucía, España, llega a la edad de ocho años Don Pedro Giménez Padilla, con sus padres y hermanos. Se afincan en Maipú y allí se dedican con esmero al trabajo de la tierra.

Los detinos de estas familias se entrelazan cuando Eduardo Giménez se enamora y se casa con Susana Riili, en el año 1967, y adquieren y refaccionan junto con su hermano una bodega de Rodeo de la Cruz, en Guaymallén, donde comienzan a elaborar sus propios vinos.

Consecuencia del trabajo y el empuje, en 1972 los hermanos Giménez construyen también en Rodeo de la Cruz una nueva bodega más grande, donde continúan desarrollando la tradición familiar. Del amor de Eduardo Gimenez y Susana Riili nacen 5 hijos varones, quienes muy unidos desde chicos heredan y comparten la misma pasión por la vitivinicultura de sus padres y antepasados. Los Giménez Riili, tienen ya su propia historia compartida desde la unión familiar, la diversidad de pensamientos y el compromiso de mirar hacia adelante con pasión, fraternidad y trabajo.

Viñedos

“Somos una familia convencida de que los grandes vinos se gestan desde el viñedo, por eso nuestro comienza en el cuidado minucioso de la tierra y del agua, como así también en el respeto por el trabajo generoso de los hombres que cuidan nuestras vides”, dice Federico Giménez Riili.

Giménez Riili tiene tres viñedos en zonas distintas de Mendoza. Uno de 10 ha, a 850 msnm,. en la zona central, en Pedregal, Maipú, dónde cultivan las cepas Malbec, Merlot y Cabernet Sauvignon desde hace casi dos décadas. Otro en Valle de Uco, Vista Flores, Tunuyán, a 1.100 msnm, de 6,5 ha., donde se encuentran los mejores clones de Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah y Cabernet Franc. Y el tercero, el “viñedo perfecto”, en Altamira, San Carlos, de apenas 1,5 ha., que se caracteriza por ser un vieñdo “Single Vineyard” de Malbec, con 46 años de antigüedad. De este último se obtienen las uvas que son utilizadas para el vino insignia de la familia.

Los vinos

Joyas de la Familia: “Estos vinos son ediciones especiales, esas joyas que uno guarda como únicas, irrepetibles, con historias para contar. Son pequeñas partidas de colección para disfrutar, lucirse y jamás olvidar” Susana Riili de Giménez

Gran Familia: “En este vino expresamos la pluralidad de expresiones como en una mesa de familia. Lo importante es la mirada común, la complejidad de las relaciones buscando la felicidad final. Los secretos de la familia son centenarios y guardan sus misterios por 18 meses en barricas de roble francés”. Eduardo Giménez

Padres Dedicados: “El amor, el cuidado, la paciencia, los sacrificios. Estos vinos son el homenaje a nuestros hijos, quienes han continuado en el tiempo nuestra historia feliz. Fruto de la dedicación y el amor surge la elegancia en estos vinos que pasan hasta 22 meses en barricas de roble francés”. Eduardo y Susana

Buenos Hermanos: “Desde chicos nos acostumbramos a ser muy expresivos, con discusiones, peleas, reconciliaciones, juegos, deportes y aprendizajes. Pero siempre toda esa energía se aplacaba en torno a la mesa de la familia y a la mirada franca y sabia de nuestros padres. Estos vinos varietales puros, expresan la frescura de la niñez y la juventud, esa siempre nutritiva relación entre hermanos que se aman. Son vinos como nosotros, criados a partir del respeto y de un lugar en el mundo. Son el terroir expresado con un pasmese así un año por barricas roble francés”. Federico Giménez Riili

Espumante: “Desde chicos nos acostumbramos a celebrar cada momento compartido, como forma de agradecer a la vida esta familia en la que crecimos plenos de felicidad. El espumante familiar es el compañero perfecto para todas las celebraciones o para transformar un momento simple en una ocasión especial para recordar” Pablo Giménez Riili

8 de Julio de 2016

Rodrigo Silvero

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