28 de Marzo de 2024
Lucy Yegros: Almuerzo popurri con "Loque"

Lucy Yegros: Almuerzo popurri con "Loque"

La puerta ya estaba abierta. Hay casas táctiles, donde uno más que ser invitado es acogido. Así es la casa de Lucy Yegros. Todo en ella es casi accidentalmente ornamental; es más una combinación elegida por su valor sentimental —el uniciclo circense transformado en lámpara, la hamaca en medio de la sala, el ataúd verde con un extraterrestre verde inflable dentro, las obras (de Ignacio Núñez Soler, Mabel Arconde, Susana Romero, “pocas mías, sería como tener espejos en todas partes”, dice)—, una especie de álbum tridimensional de sus experiencias, viajes y querencias. Su despensa funciona con la misma lógica de coleccionista: sal marina de Ibiza con flores de hibisco, tés de Kew Gardens, café de Antigua, pasta de morrón, sésamo, miel y paprika, todo cortesía de familiares y amigos que van y vienen de cerca y lejos. Tiene puesto un vestido floral suelto, labios rosa fuerte que coquetean con el rojo, sus característicos dos puntos de delineador negro en el centro del párpado inferior y su peinado hipster, que fue hipster mucho antes que la palabra fuera etiqueta corriente. Está en el patio, hablando de su tortuga, que come los desperdicios vegetales de su cocina. Nos muestra la tina, también en el patio. “¿La usás?”, pregunta Mandelik, nuestra fotógrafa. “¡Claro!”, responde tajante. Adentro hay melón cortado sobre la mesa. “Siempre picoteo mientras preparo la comida, o tomo algo”, dice Lucy, mientras espolvorea paprika sobre la ensalada de pepinos, vinagre de manzana y ka’a he’ẽ. Aurora —“que es más que mi hermana, está conmigo desde que mi hijo mayor Octavio estaba en la panza”— está preparando unas tortillitas de mandioca de forma maravillosamente simple: mandioca cruda rallada echada directamente a una sartén pequeña con unas gotitas de aceite, cocinada como un mbeju. Hay también una ensalada de hojas verdes, aguacate y tomate, pan negro y blanco para untar con manteca de maní o la pasta de morrón, sésamo, miel y paprika que prepara Thomas, su amigo alemán de Aregua, y como plato principal, un guiso de maní con arroz blanco. Para tomar, limonada con semilla de aguacate, jazmín, menta’i y mucho hielo.

 

Esta profusión de platos para combinar es la forma en la que Lucy come habitualmente: “Siempre como así, un poquito de todo. Mi cocina es “loque”, con lo que haya. Nunca sé lo que voy a comer; veo lo que hay y con eso me arreglo. Nunca faltan verduras, queso y pan. No soy de comer mucha carne, y las pocas veces que preparo me gusta hacerla al horno con jugo de naranja y especias, por ejemplo”. Fue vegetariana de soltera... hasta que se casó con un estanciero, quien le dio una gran lección de vida: “Una vez, la gente del pueblo nos invitó un puchero, y yo dije que gracias, pero no gracias. Carlos me metió un patadón debajo de la mesa. Después, me dijo que era una maleducada por rechazar una comida hecha con amor. Luciana —me dijo— no es lo que entra a la boca, es lo que sale de la boca”. Cuesta que Lucy Yegros termine de sentarse a comer. Durante el almuerzo, se levanta varias veces a buscar sales exóticas, combinaciones de pimientas, vinagres diversos y, en la última, para rallar jengibre en cada uno de nuestros platos de guiso de maní con un rallador de cerámica. Su casa, dice, siempre está llena de gente, y los huéspedes cocinan ahí con total libertad.
 
Para el postre, queso paraguái que venden los chicos de la escuelita de Benjamín Aceval, en el Agroshopping, con miel de caña y chocolate blanco Águila. La sobremesa es larga y aromática. De su despensa, que es más galera de mago, infinita, sale una variedad de tés asombrosa, así como el café de Antigua que prepara en la clásica cafetera italiana y sirve en unas tacitas de porcelana que exigen ser tomadas entre índice y pulgar con la misma delicadeza de sus flores. Nos pasamos pulverizándonos esencias, porque Lucy está trabajando en Areté, un perfume de edición limitada que está preparando junto con un perfumista amigo francés. Es por supuesto, un popurrí de esencias paraguayas; la mezcla final será menos un conteo de proporciones científicas y más un equilibrio a olfato de buen cubero, como su cocina. Guiso de maní (la receta)

27 de Abril de 2015

Alacarta

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