Por Francesco Gallarini

A Tavola fue otro grato descubrimiento, que ya recomendamos a varios de nuestros amigos. El local es un poco frío en su ambientación, pero lo que sale del horno es pura magia romana y te transporta a Roma, Trastevere, como en un sueño a dos ruedas.

Es así. Los romanos también tienen una cultura pizzera, bastante diferente de las reglas napolitanas, pero bien definida y muy italiana. La pizza es rigurosamente al plato y personal, osea, compartirla sería un pecado. Pero la proporción y las sugerencias de la dueña del local nos deleitaron.

Empezamos con una pizza digna de un concierto de Pavarotti; con Peras, Nueces y Gorgonzola. El gorgonzola falta en el menú local, es un queso blando de gusto decidido, típico del Piemonte, pero fue majestuosamente sustituido con el roquefort que hace obviamente, su lindo papel en la composición, y algo escondido que gritaba ser pimienta negra. ¡Hay que probarla!

Luego fuimos sorprendidos por una Capricciosa, llena de caprichos y locuras romanas; una cantidad linda de alcachofas, huevos, un optimo jamón crudo, champiñones y las siempre presentes aceitunas. Impecable salió esta pizza.

En este boliche tuvimos el placer  de sentirnos en casa, y con mucho ánimo fuimos por una tercera, la Pizza a Tavola, que tenía jamón, mozzarella y rúcula.

A Tavola es un lugar especial, tiene una selección de vinos italianos únicos y particulares; a los que se animan a salir de la dictadura regional les recomendamos los sicilianos de Alcamo, que entran livianos con una pizza digna del papado de San Pietro.