Para los winemakers es en el terruño donde comienza la historia de un buen vino, y es en los Valles de Famatina -y su cadena montañosa homónima- en La Rioja, desde donde la uva torrontés se posicionó como la segunda cepa emblemática en Argentina. La altitud máxima de la zona está en el Cerro General Belgrano de 6.250 metros sobre el nivel del mar.
La provincia de La Rioja, en el noroeste argentino, es donde esta cepa criolla tan original encontró su lugar. Llegó a América con el conquistador español don Juan Ramírez de Velazco, en 1591. Esta variedad es una combinación de la Moscatel de Alejandría -introducida por los jesuítas- y una uva criolla. El cruce se desarrolló de forma natural en algún viñedo de estos religiosos, surgiendo así un nuevo varietal, único en el mundo.
Confieso que soy fan del Torrontés. Me gusta esa impronta frutal y esa personalidad marcada, casi salvaje. Pensar que este vino de color dorado, dulce en nariz y con carácter, hace unos años atrás en las mesas familiares, se servía directamente de la damajuana. Eran tiempos en los que producir vino se trataba mas de cantidad que de calidad. En ese entonces se bebía más vino que ahora.
Si bien la cepa se planta también en otras zonas como Salta, Mendoza y San Juan, fue en La Rioja donde logró nacer y hacerse conocida internacionalmente. Se consideran, los riojanos, auténticos dueños de la historia del Torrontés (aunque actualmente existe una disputa con el origen y se lo atribuyen también los mendocinos).
Esta cepa, al llegar a estas tierras agrestes, demostró, desde el principio su capacidad de adaptarse y resistir las duras condiciones climáticas: veranos de 45 °C y lluvias de sólo 180mm al año. De ahí que esta variedad tiene una personalidad indómita y misteriosa.
Este terroir tan particular, es influencia de las características que dan personalidad al Torrontés. El color suele ser amarillo tenue con reflejos verdosos. En nariz debe haber un impacto aromático que pasa por las notas florales, luego las cítricas, para terminar con las notas frutales. Al saborearlo, debe saltar en boca lo dulce, fresco y expresivo: jazmines, mango, ananá y hasta membrillo.
Les recomiendo hacer una cata de varios vinos de la misma cepa -sean de La Rioja, Salta o Mendoza, con o sin madera- para ir descubriendo las diferencias que le aporta cada terroir.
En esta ocasión, tenemos al Fantasía Torrontés de Bodega y Viñedos Mauricio Lorca, cuyo dueño es precisamente el innovador y creativo enólogo Mauricio Lorca, conocido tanto por sus propios vinos como por sus participaciones en vinos de otras bodegas. Lorca es pionero en posicionar etiquetas en el "Top 100" de Austral Spectator.
Aunque la bodega está Mendoza, precisamente en Perdriel, Luján de Cuyo, para este Torrontés se usaron uvas de La Rioja, provenientes del Valle de Famatina.
Este vino no pasa por madera; lo cual crea un reencuentro con los terpenos moscatelados y la fruta potente.
Ya sabemos que el Torrontés es amigo de las empanadas y de la comida norteña argentina en general. Pero se presta otras buenas combinaciones sobre todo cuando lo maridamos con comidas picantes o especiadas como algunos platos de la cocina mexicana, la indiana o la thai.
Algo importante: la temperatura de servicio debe ser de entre 6 a 7 °C para que podamos apreciar este maridaje.
Y para cerrar con una recomendación un poco jugada, podemos sugerir que la próxima vez que comas pizza, reemplaces la cerveza amiga de la pizza, con un frutado y fresco Torrontés.
DECANTER | Cerro Corá 829 casi Tacuary| (021) 447 472| www.decanter.com.py