Por alguna razón que ahora no recuerdo y si la recordara no valdría la pena mencionarla, no fui a Gitano la noche del cumpleaños de C. En realidad sé que fui, pero no sé si llegué demasiado temprano o demasiado tarde (ambas teorías posibles y hasta probables). La conclusión, empático lector, es que no estuve en el cumpleaños mientras este sucedía. De todas maneras, con cumpleaños o sin él, me dispuse a hacer lo que de antemano tenía decidido: ganar la barra, tomarme un par de tragos y consentir a que la generosa
noche me acercara sus dádivas.
Así lo hice y el resultado fue magnífico: allí solo, sentado en la barra del bar, sentí que estaba en un cumpleaños. Debo confesar que los cumpleaños no me parecen sucesos importantes ni programas entretenidos. Pero a este -a este no cumpleaños- lo sentí grato y hasta divertido. Pareciera que en Gitano todos formamos parte de una misma cosa, como si algo invisible y amable nos uniera en un pacto tácito.
Es un aire festivo lounge que flota en el ambiente, algo difícilmente discernible pero cierto, que tiene que ver con una especie de alegría sosegada, con la cómoda sensación de estar pasando un buen momento rodeado de desconocidos que están pasando un buen momento.
Como casi todos los bares inaugurados en los últimos años en Asunción, Gitano está ubicado en una terraza. Ésta es la de un hotel, el Five. La curiosa proliferación de bares y restaurantes en terrazas se explica con la contundencia de lo simple: el clima de Asunción, que es ideal para este tipo de espacios. Quiero decir que aunque la idea no sea original está recontra bien. ¿Podrá atribuírsele a la terraza la explicación de aquel fenómeno tan particular de Gitano, ese aire festivo lounge que -como señalé antes- flota en el ambiente? Tal vez, pero no creo que esto solo sea suficente. ¿Tendrá que ver con la atención, que es cálida y eficaz, sin resultar fastidiosa? Esto siempre ayuda, claro, pero solo si el resto acompaña. Quizás el embrujo surja de la barra, que es larguísima, de madera noble y taburetes cómodos. Seguro tiene que ver con los tragos que despachan los amables bartenders y por supuesto también influye la música, pinchada en Gitano por Walter Gavilán.
¿No será la cercanía de la piscina, que aporta un aspecto distendido a todo el asunto? Ah, un detalle sobre la piscina, que creo importante rescatar: está astutamente parapetada por un largo cantero de plantas. Esto, que parece un recurso arquitectónico baladí, es en realidad un detalle de lo más cortés, atendiendo a que en todas las piscinas del mundo han caído varios inocentes al agua, ya sea por un descuido o dos copas de más.
El encanto de Gitano, lo sabemos todos, está en el conjunto de aciertos. Y a éstos se les suma el cerebro de Diego Gaona detrás de la barra. Para confirmarlo están los tragos. Hay muchas variedades con base de gin, hay tragos de autor, hay cocktails clásicos y hay un componente muy particular: la pera. Le pregunté a Diego si tenía algo que ver con el calvados, ese aguardiente más normando que francés, con denominación de origen súper controlada y que se bebe a hectolitros en Arco de triunfo, la brutal novela del implacable Erich María Remarque. Al responderme que sí, terminaron mis titubeos con la carta y le pedí el Pera Collins, el Vermú a la pera y cualquier otra cosa que saliera con pera. Si Gitano no lo tiene todo es porque a Gitano le falta una sola cosa: El Gitano. Ya sé que es decisión de Walter y no me quiero meter en su trabajo, pero creo -estoy seguro- que un par de canciones de Sandro por noche no le vendrían nada mal a Gitano.
Serán los días más felices / que puedas tú vivir.
Instagram: Gitano roof top
Dirección: Dr. Morra 295 - Hotel Five.
Teléfono: 0982 457 141