26 de Abril de 2024
Aníbal Rey: El Rey de La Vereda

El invierno en Paraguay es siempre una hipótesis tentativa. Operando bajo ese supuesto, Aníbal Rey preparó un guiso de lentejas potenciado con pimienta y chorizo colorado para un día de 24ºC. “Hice una comida de inmigrantes. Yo soy un inmigrante y vengo de familia gallega y del norte de Italia, todos inmigrantes, así que hice una comida de mis orígenes: hipercalórica, muy bien cargada, como comen los latinos, los gallegos y los italianos. Por suerte tengo todavía a mis viejos allá, y mi vieja siempre me recibe con un guiso de lentejas. Es un plato que para mí representa la vuelta a casa”.

Allá es Montevideo, Uruguay, donde Aníbal Rey nació, vivió y trabajó dieciséis años en publicidad. Justo le tocó trabajar en una agencia de publicidad que tenía sus mayores cuentas con una tabacalera cuando Tabaré Vázquez impulsó la ley antitabaco —“que era algo que había que hacer, ojo”, agrega Aníbal—. Sin trabajo, con un mercado que no prometía mucho y una hija chica que mantener, comenzó a pensar que quizás lo mejor era buscar trabajar fuera. En un Festival Iberoamericano de la Publicidad surgió la oportunidad de venirse a Paraguay. Vino a probar dos meses; lleva aquí ocho años, trabajó en tres agencias y ahora tiene dos empresas propias.

La relación de Aníbal Rey con la cocina presenta dos rasgos inusuales que se retroalimentan: insiste en cocinar en su casa aunque llegue molido del trabajo y cree que el delivery es algo impersonal.

“Creo que la comida es una forma de decirle a la gente ‘bienvenida’ o ‘te quiero’, tiene un simbolismo muy lindo de recibir a los demás, de demostrar afecto. Por eso me parece impersonal el delivery. Cocino por una cuestión de supervivencia, pero de catarsis también. Y no porque me considere gourmet, para nada. Estoy diez, doce, catorce horas fuera de casa, laburando en publicidad donde hay muchísima presión, y cuando llego a casa cocinar es una forma de relajarme, mucho más que tirarme a ver televisión o cualquier otra cosa. Preparar la comida te reúne con las personas que querés, eso de hablar, compartir el día y tomarse un vino mientras estás cocinando”.

No es vegetariano, pero prácticamente lacto-ovo, ya que come poca carne. Lo suyo es el cuchillo, la tabla de picar, las verduras frescas en ensaladas, salteadas o al vapor, algún que otro filete de pollo, y los condimentos. Fan declarado de Arcoiris y Mickey, confiesa traerse “toda la góndola del super”. Y confiesa también hacer algo de esa necesaria trampa de la cocina en un abrir y cerrar de latas, “algún atún, o algo así, porque es lo más rápido cuando uno viene cansado”.

“Asunción” y “cosmopolita” son dos palabras que no conviven frecuentemente en la misma oración, pero es la visión que Aníbal Rey tiene del circuito gastronómico asunceno, quizás no desde 2006, cuando llegó, pero sí en los últimos cinco años. Según él, el montevideano promedio es un comedor bastante conservador, y lo nuevo o variado está en un rango de precio de élite, cosa que no ocurre en nuestra ciudad. “Acá aprendí a comer variado”, dice Rey, “Y también me ayudó trabajar tres años en Ojo de Pez, en contacto con Panza [Aguirre], de quien todos aprendimos mucho sobre la movida foodie con el Guarará”. Esta observación vino de taquito después de preguntarle qué le gustaba comer fuera de casa; sus preferencias delatan un romance duradero con las especies: su favorita es la comida mexicana, seguida por cantonesa, japonesa y a veces peruana.

Quizás Lancheros de la Bahía —el trabajo de proporcionar una marca visible al colectivo de trabajadores de “taca-taca” que hacen el trayecto Bahía de Asunción-Chaco’i— haya pasado más desapercibido, pero es difícil no haberse enterado de la reconversión de Loma San Jerónimo como atractivo turístico. Aníbal Rey, junto con el equipo de Ojo de Pez, estuvo involucrado en esos dos proyectos. Estas experiencias de trabajo con comunidades, más la inquietud de haber llegado a una cierta etapa de la vida, hicieron que Rey se jugara por sus propios proyectos. Fundó La Guapa, la escuela de creativos publicitarios atendida por su propio dueño, ya en 2013, estando todavía en Ojo de Pez. Y cuando salió, abrió La Vereda —y aquí se revela el críptico título de este HCY— una empresa que utiliza las herramientas de la publicidad y el marketing para potenciar y revalorizar comunidades que necesitan un rescate financiero o cultural, sirviendo de puente entre la comunidad, el trabajo de ONGs e instituciones gubernamentales, y marcas interesadas en trabajar su responsabilidad social empresarial. “Nos dimos cuenta que se podía dejar una huella positiva y sostenible en las comunidades utilizando las herramientas del marketing y la publicidad, trabajando con empresas que entendieran la responsabilidad social como un emprendimiento de largo aliento, no solo como filantropía”, explica Rey.

A veces se necesitan un par de ojos ajenos para apreciar lo que se tiene. Así como Aníbal Rey habla bien del circuito gastronómico asunceno, habla con la misma generosidad del país que ahora es su casa: “Me encanta la idea de llevar algo adelante, ser el que apaga la luz y llega temprano. Paraguay es un país que sigue pagando la iniciativa y las buenas ideas. Realmente se valora el esfuerzo y el trabajo. Cuesta, como en todos lados, pero es un mercado permeable a las nuevas iniciativas, y eso es genial”.

27 de Junio de 2015

Alacarta

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