Sentado en la esquina de una confitería de Villa Morra, con el pelo largo y su eterno porte rockero, se lo ve como una de las caricaturas que él mismo dibuja. “Es un papelón que me entrevistes para esta revista”, dice Nicodemus Espinosa. “Mi experiencia en la cocina llegó hasta el momento en que intenté hacer arroz –porque me pidieron-. Volqué casi toda la bolsa de granos al agua y después no paraba de saltar arroz por todas partes”, cuenta riendo. “De cocina, lo único que sé es comer”, dice(...) ¿Cuál es tu técnica, tu estilo? No sé. Yo soy enemigo de las definiciones. ¿Y cuando la gente pregunta a qué te dedicás? Para el currículum soy humorista, caricaturista, ilustrador, historietista, artista plástico, escultor y docente, porque viste que hay que impresionar (se ríe). En realidad no me gusta nada de eso porque, ¿quién es Nico? ¡Uno que dibuja! (se ríe). Esa definición me agrada más.

Entre sus mayores logros cita los cuatro libros que publicó. Nico DS (después de Stroessner), “compilaba lo que se publicó después de la apertura democrática y que era como un grito de todo lo que por fin se podía hacer. Lo peor de la dictadura era la autocensura”, dice. “Una vez publiqué una caricatura de uno de los personajes represores de la dictadura como un cavernario con garrote y la gente me advertía que podía pasarme algo. Un día me crucé con él en la calle y me reconoció. Me quedé petrificado, pero él me pasó la mano y dijo ‘me gustó tu caricatura’ y se fue. ¡Insólito!”, se ríe. ¿Creés que el humor cumple una función? Puede ser como catarsis, pero yo no lo hago con esa intención. Hago porque se me ocurre, creo que ya tengo ese mecanismo de razonamiento de los chistes. Por ejemplo, me voy con mi señora al supermercado y me quedo afuera observando los estereotipos de personas, porque allí se mezclan todas las clases sociales. Eso lo traduzco en mis personajes. Por ejemplo, una señora inmensa con calza ajustada y animal print. Y de eso se ríe la gente, porque se le parece a alguien que conoce. Lo que hago es reflejar la actualidad de la gente. ¿Es sano reírse de uno mismo...? Lógico, no es válido que te rías de los otros y no te rías de vos mismo. Yo me miro al espejo y me río (carcajadas). Su segundo libro fue “El pilín de Nico”, de chistes sobre sexo pero sin groserías, en un momento en que el uso de malas palabras parecía ser el sinónimo de la libertad de expresión. Luego vino “Clasificados de Nico” y “Gol de Nico”, dedicado al fútbol. Hoy trabaja en un proyecto de historietas para niños, con quienes siempre tuvo mucha afinidad. Nico el rockero Nico vive en Villa Elisa, rodeado de monte y entre plantas frutales y aves. “Nunca faltan jugos naturales en la mesa. También tengo un gallinero”. Allí crea los chiste que pronto se viralizan en las redes sociales, a través de su blog: www.nicoespinosa.wordpress.com

 

De su infancia en Yaguarón recuerda el brasero de la cocina. Su aroma de cocina preferido es el del cerdo asado, cuyo fanatismo es compartido en familia. Muy pocas veces Nico interviene en la cocción porque es su esposa Nacha Elizalde quien ocupa de eso. 28Nicodemus es un rebelde rockero eterno. En su juventud, junto a Cacho Rock, formó parte del “Dúo mugre”. “¡Queríamos transgredir! Yo escribía las letras y tocaba el bajo”, cuenta. También editó con unos amigos la revista de humor “Je Je Grap”, y comics “El Raudal”. “Antes los rockeros éramos los que rompíamos los esquemas, con el corte de pelo y los jeans gastados que ahora se venden en las boutiques (se ríe). Soportábamos la agresividad de la gente, la persecución de la policía, la mala onda”, cuenta. Hasta hoy se reúne con amigos rockeros, “tomamos unos vinos y tocamos”, dice. ¿Qué vino tomás? Siempre tinto, y hasta ahí llega mi conocimiento en vinos (se ríe). Para mí es una bebida para compartir, así como la cerveza. ¿Acostumbrás salir a comer? Nunca. Estoy siempre en casa con mi familia –dice mientras bebe un café cortado y mira la gente entrar a la confitería, quizá creando nuevos personajes.