Nicole llega puntual, muy bien arreglada, con una figura que demuestra su profesión de bailarina y esconde su devoción de madre de dos niñas aún muy pequeñas. Nos encontramos en «La Carossa», su lugar de preferencia, donde cuenta que presenta una particular debilidad hacia la gastronomía peruana y la japonesa nikkei, de las que destaca su potencial de fusión y los mismos sabores distintivos que sugieren.

“La cocina es como una buena coreografía”, comenta, mientras hojea el menú. La observación me hace sonreír y comienzo a percibir que tal vez estoy frente a un alma sabia, una mujer moderna pensante y el cerebro detrás de miles de operaciones. No estaba equivocada.

Empezamos nuestra conversación hablando de lo que nos trajo allí en primer lugar: la comida. Explica que basa su alimentación en principios ayurvédicos, ya que está involucrada en la práctica de todo lo que promueva una mejor calidad de vida, desde una perspectiva personal. La cocina ayurvédica, reconoce tres distintos tipos de energía en cada persona, llamados doshas, en los que se rige la alimentación acorde a cada personalidad. Le pregunto cuál es su dosha, y responde: Vata Pitta, una mezcla de dos. Vata es parecido al aire: ligero, movible y brillante, donde las personas tienden a ser creativas y enérgicas. Pitta, por otro lado, habla de una persona capaz, valiente y muy, muy, muy enfocada. Nicole claramente es la mezcla de ambas, con el cuerpo como el viento y la voluntad de acero.

"En medio del movimiento y del caos, la calma sigue en tu interior".

– Deepak Chopra

El haberse sentido atraída hace ya años con este casi estilo de vida tiene muchísima lógica, considerando su trabajo día a día, donde el baile le genera una introspección similar a la de un estado de meditación. Como docente, busca siempre generar ese nexo con sus alumnos, hablando de la importancia de conocerse a sí mismo, de conectarse con lo espiritual y poder escucharse siempre.

“Tu instinto es lo más sabio, y no se equivoca”

Sus días arrancan temprano, pero bien tranquilos. Uno de sus rituales sagrados es el desayuno, consistente en café y silencio. El estar tranquila en ese momento, además de ser un gran placer, es una necesidad. Al terminar, se da un tiempo para compartir con sus hijas, Esmeralda y Fénix. De ahí al trabajo, y lo particular en este punto de su trabajo es la realización de una súper producción (y no exagero): nada más y nada menos que de un espectáculo tributo a Frank Sinatra, con bailarines nacionales de los mejores estudios de danza del país.

«Sinatra Songs» se trata de un show premium, desde la producción y la coreografía, hasta el montaje y el vestuario; el último detalle está controlado y liderado por un team de profesionales entre Paraguay y el extranjero. “Se trata de marcar un referente, un antes y un después”, dice Nicole, entusiasmada. Su participación en el proceso es completa, ya que, además de dirigir la obra, también co-coreografia y baila por primera vez después de su embarazo con Fénix, hace ya más de un año. Es su regreso, y le emociona.

Durante sus ensayos, es intensa y movediza; deja todo en el escenario y enseña lo mismo. Cree que más allá de la pasión o la adrenalina característica de cada bailarín, es muy importante desarrollar una consciencia de sí, volviéndose un ser consecuente, que al fin y al cabo es la mejor cualidad que se le puede dar al mundo. Pensar antes de actuar y saber siempre qué hacer.

“Si uno no cuenta con estas herramientas, hoy, se pierde de muchísimo. Todo es tan rápido y no se tiene cómo parar sin salirse por completo del juego. Por eso es importante la consciencia sobre uno mismo”.

Podría deducir que su Vata ve al baile como un canal de conexión, mientras que su Pitta encierra la pasión por el triunfo. Cuenta que el estudio se posicionó entre los 12 mejores del mundo el año pasado en Nueva York, consiguiendo el 5° lugar. “Yo preparo campeones, o si no, es un bodrio. Entreno para ganar, no para competir”. Quiero dejar mi arroz chaufa con vegetales y aplaudirla de pie.

Mi instinto está en lo cierto. Nicole es reflexiva y determinada, dos características que no necesariamente suelen venir juntas. Y ya lo dijo ella, nada es al azar.