Quienes conocen a Nadia Asad pueden pasarse horas escuchándola contar historias sobre el mundo fascinante de la cultura indo- pakistaní y quienes prueban los exquisitos platos que prepara, hacen una especie de pacto con los sabores para nunca dejar de probarlos.
La mamá de Nadia era de Pakistán. Siempre estaba en la cocina escuchando su ra- dio chiquitita mientras hacía magia con sus manos. "Todas las comidas se hacen frescas, el pan es casero, las carnes se dejan marinando un día antes para cocinarlas al siguiente. Siempre me gustó la cocina y ahora que mi madre no está, su recuerdo está vivo a través de sus recetas".
Apasionada de la gastronomía, Nadia se recibió en 2015 en la Escuela O’Hara de Gastronomía y trabajó en un restaurante con Colaso Bo durante 9 meses. Tiempo después, su mamá sufrió un accidente y Nadia suspendió sus actividades para cuidarla. "Pasé unos meses sin trabajar, debía quedarme en casa por la condición de mi mamá y ahí surgió la idea de crear un negocio propio. Empecé a vender dulces, pero la competencia era mucha. Un día mis amigos vinieron a cenar a casa y me preguntaron por qué no vendía mi comida, yo sonreí y les dije ¿quién va a comprar esto acá? pero ya van 4 años del nacimiento de Spicy Food".
Su negocio de comida, de auténtica cocina indo-pakistaní, ahora se encuentra un poco estacionado por la pandemia, pero durante los años anteriores alcanzó una gran movimiento que Nadia nunca hubiera imaginado. Si bien antes abría de jueves a domingo en la tarde-noche, actualmente funciona por pedidos que se deben hacer con 24 horas de antelación.
Beef do pyaza, carne en salsa de cebolla
Samosas, empanadas fritas, rellenas de papa, arvejas, cebolla morada, kuratu y especias
CÓMO COMENZÓ
Sus papás llegaron de Pakistán en 1973. Su padre era ingeniero químico y trabajó en la planta aceitera de Itauguá. Su mamá era psicóloga, pero nunca trabajó fuera de su casa. Eran una familia de 5 junto a su hermano mayor y su hermana menor.
El papá de Nadia se opuso a que ella estudiara cocina, decía que no era una carrera, sino algo que su madre podía enseñarle. Des- pués, ya casada, se quiso dar el gusto cumpliendo ese sueño que siempre añoró. "Nunca imaginé que a la gente le iba a gustar comer estos platos, para mí era algo normal, desde chica venían los compañeros de cole- gio a casa a comer la comida de mi mamá", recuerda. Es comida muy condimentada, pero no es picante, como muchos piensan. "Los paraguayos tienen miedo de probar mi comida porque piensan que va a ser muy pi- cante, pero el picante es solo un condimento más. Estuve dos meses en Pakistán y tengo una noción de cómo es el picante allá, cuando vienen clientes de la India o Pakistán les subo la cantidad de picante", explica la cocinera.
Ella comenzó a incorporar muchas especias en sus recetas. Al principio, su madre usaba un repertorio muy limitado, adaptando las recetas a lo que encontraba en aquel entonces en Paraguay. Como las opciones que hay en el mercado se ampliaron muchísimo e incluso las especias se puede pedir por internet, Nadia pudo incorporar cada vez más especias a sus platos y así amplió su variedad de recetas. "Cuando cocina algunas recetas de mi mamá, tienen un gusto muy diferente, porque ella tenía la limitación de los condimentos. Ahora me encuentro con personas de distintos países, conocedores de gastronomía, británicos, franceses, japoneses y coreanos, y el feedback ha sido muy bueno".
SU SUEÑO
Nadia es emprendedora y sueña con tener su propio restaurante. "Si no hubiese llegado la pandemia, ya lo hubiera tenido...". Nos cuenta que sería algo chiquito, nada ostentoso, pero propio. "Yo vivía en Villa Morra en la casa de mis padres y mi idea era usar el patio trasero de la casa y habilitar el local allí, pero tuve que mudarme más lejos. Estratégicamente no veo que la zona sea para montar el restaurante, por eso dejé el proyecto en stand-by", explica.
Nadia reconoce que "lo más difícil de emprender este tipo de negocio en Paraguay es conseguir la fidelidad del cliente local, el 90% de mi clientela es extranjera y el 10% son paraguayos más abiertos que prueban por curiosidad. Algunos probaron una vez y se convirtieron en fieles clientes".
En su restaurante, Nadia quiere ofrecer comida casera, recetas de su madre que eran de su abuela, sumadas a las que ella ha ido creando en el tiempo. Entre sus recetas más deliciosas están las samosas, unas empanaditas fritas con masa casera y relleno de papa, acompañadas de arvejas, cebolla morada, cilantro y condimentadas con especias. Otra opción que gusta a los paraguayos es el butter chicken, pollo a base de una salsa elaborada con manteca y crema, bien condimentada y carne de cabra que de por sí ya tiene mucho sabor, pero que agregados los condimentos, queda mucho más sabrosa.
Butter Chicken, pollo con especias y pan naan
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