FUERON 15 ESCALONES los que me condujeron desde la calle hasta la sala de Clara Bogado—Clarita, como le dicen todos, cariñosamente—. La casa se encuentra asentada en una colina del barrio Ciudad Nueva de Asunción. Arriba, un paraíso digno del cuento de Hansel y Gretel nos aguardaba con bandejas repletas de masitas, sándwiches, tortas, croissants, jugos y café.
Es la cocinera elegida desde hace más de 30 años cuando se trata de las celebraciones importantes de la sociedad paraguaya. Hoy, Clarita Bogado nos abre las puertas de su casa y nos describe lo que significa para ella el segundo día de la semana: el lunes.
Minutos después de mi llegada apareció, desde el vestíbulo, Clarita. Una calurosa bienvenida dio inicio al encuentro. Rodeadas de objetos traídos de sus viajes familiares, portarretratos y trofeos, se me ocurrió romper el hielo preguntándole quién había conseguido tantos logros deportivos. “Todos estos premios son de mi hijo Diego; es el atleta. Juega golf y hace natación. Es ingeniero y le dedica mucho tiempo a competir. Ella es mi hija Rosana y mi otro hijo Javier, y ellos son mis nietos”, dijo mientras señalaba para identificarlos.
Con ademanes elegantes, Clarita me invitó a seguir la charla en la mesa, donde el café humeaba en la cafetera. “Los lunes son una especie de reseteo cerebral, un día para borrar todo y empezar de cero con más energías”, me explicó al tiempo que llegaba el equipo de producción de nuestra revista, justo a tiempo para la merienda.
Lo que pasa es que, ese día, ella se toma su tiempo para hacer lo que más le gusta en la vida, estar con su familia, ordenar su casa, preparar una deliciosa merienda y ordenar todo para arrancar la semana laboral.
“Mis días son muy movidos, tenemos dos negocios que atender: el primero, el restaurante Hoyo 19 del Asunción Golf Club, del cual soy locataria desde hace 22 años; y, el segundo, el taller de producción de Clarita Bogado Catering, donde preparamos todo para los eventos. Mi hija es la encargada de taller, y yo de la organización general. Hoy, por ejemplo, programo todas las tareas; imaginate que el miércoles ya debemos hacer todas las compras”, refirió.
“Antes de eso me tomo tiempo para hacer mis cosas. Cada lunes tengo una cita personal con mi nieto Matías, de 16 años. A él le encanta la cocina, hace panes y le gusta improvisar”, contó orgullosa Clarita.
El ritual de la merienda es sagrado en este clan, comprobado a través del ceremonioso despliegue de vajillería expuesto la mesa. "El secreto de la medialuna es el hojaldre, los dobleses y los tiempos de reposo. Hay que hacerlo con tiempo; es fácil, pero el proceso es lento. Generalmente, los martes ya hacemos los hojaldres para toda la semana”, reveló, ante mi duda sobre cómo lograba el efecto libro de la masa.
DE ESTIRPE CULINARIA
Clarita Bogado proviene de una familia de cocineros. “Mi segundo apellido es Coronel y las Coronel amamos esto, nos gusta inventar y bichear recetas. Cuando yo era chica y mi mamá viajaba, me quedaba al frente de los fogones de la casa, preparaba delicias para mi papá y mis hermanos, sin problemas”, rememoró, mirándome con esos lamparones color turquesa, que encandilan.
“Hace más de 30 años atrás, decidí estudiar cocina con las que yo considero las grandes maestras de la época, como Rosa O’Hara, Doña Clara Benza de Garófalo, Josefina Velilla de Aquino, María de los Ángeles Villamayor, Gladys de Cerutti, Aída de Hüttemann. Terminaba un curso y empezaba otro”, cuenta Clarita, haciendo una retrospectiva de sus inicios.
Ahondamos en los aromas y sabores más queridos, y le pregunté qué platos le traen más recuerdos. Su respuesta fue contundente: el risotto. “Todos los veranos, en San Bernardino, algún sábado cuando no tenemos evento, preparamos la famosa cena del risotto. Mi secreto para este plato es la paciencia, uno tiene que estar ahí atendiendo durante 20 minutos para que no se seque. Hay que ponerle mucho amor. Por supuesto, los ingredientes también son fundamentales, un excelente arroz, vino blanco, manteca y un buen queso parmesano”.
FIESTAS ERAN LA DE ANTES
No podíamos dejar de hablar de su amplia trayectoria, puesto que fue testigo de fastuosas celebraciones de la sociedad paraguaya. “Antes, los invitados sobrepasaban las 400 personas. Hoy en día, ya no es así, disminuyó mucho la cantidad de personas. Los estilos van cambiando, las decoraciones, la comida, aunque, la esencia sigue siendo la misma. Ahora, estamos incentivando más que nada la comida paraguaya. Por ejemplo, en el menú figuran mandiocas fritas como aperitivo, budín de choclo o crema de choclo, entre otros”, describió.
Clarita admite que le gusta chequear todo, especialmente cuando hay muchos puntos que atender en una fiesta, nunca debe quedar sin reposición ni debe haber mesas vacías o desordenadas. Además, presta mucha importancia a la decoración de las mesas.
Por otro lado, afirma que sus especialidades son las pastas, buffet frío o caliente, cena a la francesa, asado y finger foods. “Ofrecemos el pack completo, incluimos vajillería, mozos y bebidas. También, orientamos a los clientes en la organización, sugerimos nombres y proveedores, cuando no tienen una wedding planner”.