Hoy cocino yo: Simone Herdrich
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La fórmula de alquileres razonables y departamentos tipo loft hizo que el edificio en la esquina de Azara y Yegros, informalmente conocido como el de Botica Mágica, atrajera una migración de cierto tipo de inquilino y se convirtiera en una especie de vecindad del Chavo de las industrias culturales, bohemios que se les llamaba antes. En el noveno piso está Monocromo, una galería especializada en fotografía pero que no desdeña otros tipos de arte. Hoy, por ejemplo, la muestra que acompaña la Sopa de Pescado está dedicada a los artistas de La Casa Amarilla de Areguá, entre los cuales hay pintores y escultores. Por supuesto, la sopa es alusivamente amarilla: zapallo, curry que se huele desde el ascensor y choclo conforman la base que se sofríe lentamente en una olla tamaño batallón. Una segunda olla, tamaño pelotón, contiene el caldo de pescado. Y en otra bandeja, tamaño escuadrón, está el pescado cortado en trozos, descansando en limón, tomate, cebolla y kuratu. No es fácil cocinar para las treinta o a veces setenta personas que van a la Sopa de Pescado.
Pero Simone Herdrich es una persona pragmática, lo cual puede tener algo o nada que ver con el hecho de que es también alemana. Llegó a Paraguay en el 2000, acompañando a su esposo, en misión para la cooperación alemana. Su español es perfecto, pero su pronunciación es todavía densa, gutural. En ese español me explica que forzosamente debe cocinar la sopa en Monocromo, porque es logísticamente imposible cargar con esa cantidad de líquido en el auto y no fallar en el intento. Tiene todo lo que necesita para cocinar y servir en la galería, y aquí se nota el pragmatismo: los vasos, los platos, los cubiertos, los utensilios de cocina, y sí, el mobiliario de Monocromo, todo es un rejunte, con un poco de acá y allá, un triunfo de la función por encima de la forma. La cocina es también reducidísima, pero Simone tiene todo controlado, y mientras se sofríen los vegetales en la olla, va cortando baguettes en rodajas. Porque al que le gusta cocinar, o montar galerías de arte, o hacer cualquier otra cosa, siempre encuentra la manera de tirar para adelante con eso que le gusta hacer con lo que tiene a mano. Monocromo nació por casualidad, sin ese nombre y ni siquiera con intención de ser lo que sería, hacia fines de 2008. Simone también pinta, y luego de dejar el taller que tenía alquilado en el centro con otra amiga, encontró el departamento en Azara y Yegros. “Pensé hacer una fiesta de inauguración y le pedí a los amigos que cada uno trajera una obra de arte, cualquier cosa. Colgamos lo que trajeron y parecía una galería. Justo coincidió con el cierre de “El Ojo Salvaje” —la bienal de fotografía cuya primera edición fue ese año—, y [Jorge] Vidart y [Javier] Medina organizaron unas exposiciones aquí. Compré unos taburetes, los pinté, ¡y esa noche una señora me compró uno! Si comenzamos así, me dije, vamos bien. Así que decidimos montar una galería con Vidart y Medina dedicada a fotografía en blanco y negro”, cuenta Simone mientras pone el pan en un molde con forma de pescado para las fotos. La Sopa de Pescado se fundó después. Un amigo argentino que había vivido mucho tiempo en Paraguay se ofreció a montar la iluminación de Monocromo. Insistió con que tenía que tomar un pira kaldo, fueron al Lido, y al final el amigo se comió una milanesa, dice Simone resoplando. “Otro día fuimos al mercado y terminamos comprando los ingredientes para hacer la sopa de pescado. Al final cayeron dos o tres amigos más y comimos todos juntos. Se me ocurrió que era una buena manera de inaugurar las muestras. Y para no tener fecha, se hace el primer miércoles del mes, así todos saben. Enero no, hace mucho calor, ¡descanso!”