19 de Abril de 2024
Sotto Zero, sabores de Italia

Sotto Zero

El otoño en Paraguay no es un mito urbano. Hoy domingo, seis de la tarde, el cielo ya está casi apagado y la temperatura roza los 23 grados. La gente va abrigada de más, con campera polar y gorro, y la llegada de Semana Santa vació las calles casi por completo.

Normalmente, el día y la hora invitan a un delivery que no obligue más que a levantarse de la cama a la puerta y de vuelta a la cama; pero cuando se trata de helado, siempre es mejor reportar desde el lugar de los hechos. Además, el proveedor de internet decidió abandonarnos desde la mañana, así que sin poder ver una película, ¿cuál es el sentido de quedarse en casa? En un llamativo y moderno paseo recientemente inaugurado sobre Lillo, casi en la esquina misma, se erige este monumento a la tradición italiana. La heladería es muy pequeña; unas cuatro mesitas con sillas metálicas y prácticamente nada de decoración más que un par de delicatessen italianas ubicadas en una pared blanca.

Sotto Zero

Me llama la atención el nombre. Sin saber que significa, recurro a Google donde encuentro; Sotto=Bajo. Entonces, en realidad la heladería se llama “Bajo Cero”; quizás un nombre más apto para una cadena de bodegas en nuestro país bananero, pero al estar en italiano, tiene ese “no sé qué” que nos gusta tanto. Tras abrir la puerta, el aroma a confitería de otro país me hace pensar en las exquisiteces que solemnemente acompañarán mi helado: chocolatosos brownies, mantecosos croissants y tortas húmedas; de tanto pensar no me doy cuenta que llegó mi turno. Levanto la mirada hacia la pizarra y no veo más que varios tamaños de helados, una variedad normal de cafés y jugo de arancia. Divagándome la procedencia mística de esta fruta exótica, vuelvo a preguntar a Dios Google y lo encuentro. Arancia=Naranja. Y bueno, solo helado será entonces.
Me detengo aun más en la pizarra y lo veo: vasitos de un sabor (G 10.000), dos sabores (G 15.000) y tres sabores (G 20.000), además de las opciones más grandes (G 65.000 el kilo) para llevar. No hay cucurucho. No hay barquito. No hay ningún contenedor para mi helado más que un vasito de plástico que no puedo comer. Luego pensé, ¿cuán recurrente será el cucurucho en una original gelateria italiana? Ya sin ganas de googlear nada, asumo que muy recurrente y me quedo con las ganas. Ahora sí, el momento de elegir los sabores es solemne. Coloridos y tan cremosos, desde los clásicos hasta los que requieren de traducción, el señor tras la barra, de apariencia europea pero inconfundible acento paraguayo, nos invita uno a uno a degustar desde un Ferrero Rocher, un chocolate intenso con 70% de cacao, hasta una crema de pistachos y un helado de café que provoca un shock adrenalínico que empieza desde la garganta. Al servirme, el vaso se me hace demasiado pequeño. Al probar, me doy cuenta que a veces los mejores regalos vienen en paquetes chicos. Normalmente soy las de pedir un helado de chocolate con chocolate bañado de chocolate con chips de chocolate. Hoy, los helados frutales al agua se llevaron todos los premios. Hechos con un 35% de frutas, pruebo uno a uno todos los sabores, llenándome las manos de cucharitas coloridas, y recorriendo una travesía en mis papilas gustativas: naranja, zanahoria y limón, manzana verde, frambuesa; cada gusto es más rico que el anterior. Nadie olvidará nunca este día. Hoy las frutas ganaron al chocolate. Eso sí, el lugar da una sensación de estar al paso; estar ahí sentado no es una gran experiencia excepto por poder dedicar el 100% de los sentidos a saborear los gelattos y sorbettos fabricados artesanalmente con materia prima traída desde la Vieja Italia. El tamaño será pequeño, el precio sonará un poco alto, los vasos serán plásticos, pero el sabor del helado hace toda la diferencia.
Datos útiles
D. Lillo entre Malutín y Bulnes. Galería Mangore. Asunción
T. 0981 200848
Horario. Lunes y martes 10 a 22, miércoles a viernes 10 a 23; sábados 10 a 00, domingos 11 a 22.
Best Buy. Kilo de helado de frambuesa al agua, zanahoria y limón y manzana verde (G 65.000)
Delivery No

27 de Abril de 2015

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