Además es consultor de bodegas de Brasil y de Francia y profesor de WSET Nivel 1 y Nivel 2. Teniendo en cuenta su gran experiencia aprovechamos la instancia para aprender más sobre Brasil como país productor de buenos vinos a nivel internacional y sobre eso les contamos.
Sin duda. El mayor desafío en Brasil es como educador dado que la gente no domina la cultura del vino, el hábito de tomarlo y en eso estamos trabajando. Debemos enseñar qué es el vino, cómo se toma, a qué temperatura se sirve, cómo se abre una botella, cómo se mantiene... Hay que educar a la gente a probar cosas nuevas. Es un trabajo maravilloso pero hay mucho para hacer. No nos podemos comparar con Argentina o Uruguay, allí producen y toman mucho vino, aquí se toma más cerveza, destilados o refrescos. El consumo de vino per cápita en Brasil está en 2 litros... Es un trabajo de hormiga pero muy gratificante.
La cultura del vino en Brasil está básicamente concentrada en el Sur del país, que es la región que más produce. Río Grande do Sul y Santa Catarina son los estados que más uvas y vinos producen. Lo que más se consume en Brasil son los vinos espumantes porque es una bebida de fiesta, de celebración. El vino tinto se toma más en invierno, aunque en el norte de Brasil no hace frío así que ahí toman más vinos blancos, rosados o espumantes. Lamentablemente la gente no conoce tanto los vinos balncos y rosados, para la gran mayoría un vino es tinto. Pero de a poco eso está cambiando y la gente se está animando a probar más opciones.
Las regiones que producen la mayor parte de las uvas no tienen tanta influencia marítima porque son regiones de sierra, de montaña. La principal región, con un 80% de la producción de vinos, se llama Serra Gaúcha y está entre 600 y 800 metros de altura. Es una zona muy buena para espumantes porque es templada y muy húmeda. También tenemos regiones con una altura de 1000, 1100 metros de altura. En Santa Catarina por ejemplo hay una región que tiene muchísima influencia marítima pero es una zona muy pequeña. La mayoría de las regiones son más continentales, montañosas, con mucha amplitud térmica de días calientes y noches frescas. También se producen vinos en la Campaña Gaúcha (región que limita con Uruguay y Argentina) que es una región de ganadería y se están produciendo buenas uvas tintas como el Tannat o Cabernet Sauvignon. Brasil está produciendo también Syrah ahora, en el Vale do São Francisco, en la Serra Gaúcha, en São Paulo, en Minas Gerais. De hecho, esta última región da un muy buen Syrah con una curiosidad dado que su cosecha se hace en junio o julio, en invierno porque es una zona no muy fría. En general la cosecha de uvas para vinos tranquilos va de enero a abril, mientras que la de espumantes es en enero y febrero, antes de las lluvias. En el caso de los tintos, cada 10 años tenemos una cosecha excelente, dos muy buenas, cuatro intermedias y las otras son malas. Para los espumantes tenemos una consistencia entre las cosechas buenísima.
Sí, tenemos la primera denominación de origen en Brasil que es el Vale dos Vinhedos. Es una denominación para tres tipos de productos: los tintos que son 100% Merlot o con base de esa uva, los vinos blancos Chardonnay o en base de Chardonnay y los espumosos hechos con el método tradicional de Chardonnay y Pinot Noir. Además tenemos otras seis indicaciones geográficas. Actualmente estamos intentando obtener una denominación de origen para espumantes en la región de Pinto Bandeira.
Sí, totalmente. Brasil es un país inmenso con diversas regiones. La más antigua y tradicional es Vale dos Vinhedos que produce muy buenos Merlot. Igualmente Brasil es muy conocido internacionalmente por sus vinos espumantes. Conseguir esa denominación de origen sería muy bueno porque es un producto que es sinónimo de Brasil cuando hablamos de exportaciones y de mercado internacional. Es la categoría de producto que más crece en Brasil.
Claro, Brasil tiene mucha costa y se consume muchos frutos de mar, pescados, suspire. Son platos frescos y el espumante es muy bueno para eso. Además va muy bien con casi todo por su acidez, las burbujas que limpian el paladar... Es fácil armonizar un plato con un espumante.
Para el espumante seco tenemos como base las uvas Chardonnay, Pinot Noir y Riesling itálico. Esta última cepa es económica para cultivar, es resistente, se produce muy bien y da vinos relativamente neutros. Para los espumantes dulces tenemos la uva moscato y la que está creciendo bastante es la glera, la proseco y con eso estamos poniendo un poquito locos a los italianos. Aquí en Brasil somos apasionados por las telenovelas. En el inicio de los años 2000 hubo una telenovela en la que se hablaba mucho y se tomaba proseco, era el espumoso del amor, de la gente fina y elegante. Entonces todos querían tomarlo, pero nadie sabía qué era. De hecho, proseco por muchos años fue sinónimo de espumante en Brasil.
Brasil fue descubierto oficialmente por portugueses en 1500. Ellos plantaron las primeras viñas en el litoral de São Paulo, pero no funcionó. Luego replantaron donde hoy es la ciudad de São Paulo pero no tuvo éxito dado que cuando Portugal vio el potencial de competición de la colonia con su país, prohibió la producción de uvas en neustro país. Estuvimos muchos años sin producir uvas ni vinos, teníamos que comprarle a Portugal. Luego, la producción moderna de vinos en Brasil empezó en 1875 con la llegada de los italianos. Si bien los alemanes llegaron antes y plantaron algunas vides, la cultura fuerte del vino comenzó con la llegada de los italianos que venían del Norte de su país y desarrollaron la cultura de la vitivinicultura en el Sur de Brasil. La mayor parte de las bodegas brasileras tienen nombres italianos o de familias tradicionales italianas. Hoy está cambiando un poquito eso con emprendedores que no son de origen italiana, pero la mayoría de las bodegas tiene una historia con Italia. Somos un país de colonización portuguesa española con una cultura de la vid italiana con cepas cultivadas francesas. Es una mezcla del Viejo Mundo con el Nuevo Mundo.
Tenemos buenos vinos dulces en Brasil. Aparte del espumante dulce que es el Moscatel, tenemos muchos vinos fortificados. Aquí es un poco más difícil hacer cosecha tardía porque no tenemos un clima estable, hacemos fortificados como Velho Porto. Tenemos algunos vinos de uva gasificada, incluso tuvimos un ice wine (vino de hielo) en la sierra de Santa Catarina con altitudes de 1000, 1100 metros. Es la zona más fría de Brasil, a veces tenemos nieve. Ahí una bodega hizo una vez un vino de hielo con cosecha -8 grados en el viñedo. Es una región muy moñtañosa, sin influencia marítima, muy continental y muy fría. Cultivamos muchas cepas italianas. Tenemos buenos Sangiovese, Sauvignon Blanc. Es lo bueno de un país tan grande como Brasil, tenemos una inmensidad de climas en la región que nos permite hacer diferentes vinos.
Así es. En 1900 tuvimos la filóxera que estuvo en todo el mundo y para los productores del Sur de Brasil fue muy importante la llegada de las vides americanas. En ese entonces lo más importante era la cantidad y no la calidad. El vino era para generar energía, para calentar, para que pudieran trabajar más. No importaba cuál vino era, se necesitaba tener mucho. La vid americana casi tomó el lugar completo de las uvas europeas, tenemos muchas cepas norteamericanas y se hace mucho vino con eso. Nosotros tenemos una indicación de procedencia -que es algo distinto en el mundo- para una cepa híbrida Goethe que fue desarrollada en Estados unidos; es una cepa blanca, híbrida de vitivinífera con vid americana y se produce en el litoral de Santa Catarina, con influencia marítima.
La producción de vinos en Brasil no es muy grande y fuera del país no nos conocen tanto como un país productor. Hace alrededor de 20 años Brasil empezó a exportar vinos. Y tenemos una competencia muy grande con Argentina, Chile y Uruguay que son países que tienen una cultura de vino más desarrollada y fuerte. Nuestro vino es caro y tenemos esa dificultad cuando competimos con vinos de otros países.