[unitegallery 2do_Pit_Stop_Furgo_Burgers]
De Furgo Burger ya habíamos escuchado hablar mucho y la verdad, aunque somos escépticos, los chismes son ciertos: la hamburguesa allí se fue todito.
La primera hamburguesa que nos echamos fue Yaya’s, una peculiar hamburguesa con pretensiones de rusa: bacon en una salsa vodka. Lo admito, siempre me gustaron las rusas. Este plato es un logrado mix con un gusto suave y distintivo.
Confieso que repetimos la Furgo Full. Tres veces. Ahora, acá viene la ciencia del lugar: Lograr proponer la clásica hamburguesa con tomate, lechuga, mayonesa y huevo y a la vez hacerte sentir que es la primera vez que la comés. Esto es fino arte: no tiene precio. El truco estaba en el huevo, hecho a la perfección, ni duro ni líquido, en un estado casi de gel del tipo benedictino que se mezclaba con la carne sin hacer un desastre a resolver con mil servilletas.
Luego de elogiar a este clásico, nos tiramos hacia el Mediterráneo y probamos la Furgo Funghi . Qué decir, nos gustan también las europeas: rúcula, queso tipo brie, y un toque de hongos shiitake muy bien aderezados con toques provenzales. Luego de la rusa, esta francesa-italo-japonesa nos estaba mareando.
Y bueno, como nunca falta la desubicada vegetariana de turno hasta en las hamburgueserías más decentes, tuvimos que probar la Furgo Arancini: una especie de patty de risotto, queso cheddar, mayonesa y verduras. Fuimos gratamente sorprendidos por esta hipster vegetariana que no estaba en nuestro radar carnívoro.
Como food truck aparenta estar abandonando las ruedas y optando por un local propio y un menú bastante variado que no siempre puede ser logrado por otros food trucks que tienen cocinas y condiciones más reducidas. Esto no saca la delicia y sagacidad en reinterpretar un plato tan reconocido como la hamburguesa y darle nuevos colores y sabores.