21 de Noviembre de 2024
All you drink is love

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Por Alejandra Gavigán

Martes a la tarde, cae al inbox la invitación al World Class Bartender y me quedo pensando: ¿Qué tienen los cócteles que no tenga una copa de vino? La que suscribe admite que, si bien ama con el alma los vinos, su debilidad son los tragos ácidos pero equilibrados, con toques alcohólicos fuertes, que luego de unos cuantos sorbos te hacen preguntar: ¿Será que puedo hacerme uno igual en casa? Debo aceptarlo: la mixología es un arte de clase mundial.

Llegué escoltada por Chelo -fotógrafo y foodie al igual que todos nosotros- a las 21 puntualmente. Detrás del telón de Morgan Warehouse nos esperaba una escena que se está volviendo cada vez más recurrente en la ciudad y que promete seguir robando paladares: magos de barbas y tatuajes que agitan cocteleras para convertirse en el próximo World Class Bartender.

Luego de indagar un poco me enteré que, desde el mes de octubre, más de 30 bartenders de los bares más reconocidos del país se están formando para competir por uno de los cuatro lugares para representar a nuestro país en la final del Mundial de México 2017.

Al llegar, en la puerta, una botella de Tanqueray verde se robaba las miradas. Otra cosa que se robó mi atención fueron las canciones del cuarteto de Liverpool: me trajo el recuerdo de mi papá y yo, parados frente a la casa de Lennon, llorando de la emoción.

Hice una breve escala en un superclásico inglés antes de atacar la barra: Fish and chips con tartar sauce. Más que oportuno colchoncito para el primer trago que me ofreció Nelson, uno de los participantes del concurso (@unsimplebartender): Manzana de Magritte; fresca combinación de Tanqueray, vinagreta de manzana, syrup simple, jugo de limón y menta. ¡Quedé fascinada! Siempre propensa a la nostalgia, no pude evitar volver a recorrer -mentalmente al menos- los parques de Bélgica, donde le robaba una que otra fruta a los manzanos para luego entregarme al dolce far niente bajo el sol.

Ante tal fascinación, le llamé a Adrián para que viniera lo más rápido posible y probara él mismo lo que mi paladar no acababa de creer (sobre todo porque “mi fiel escudero”, Chelo, ya me había abandonado a mi suerte).

Con solo pronunciar la palabra Morgan, encendí la llama en mi mejor amigo y vino al 2x3, pues es exactamente mi opuesto: ama los tragos y nunca puedo lograr que se tome una copa de vino o cerveza cuando salimos. Lo primero que quería era tomar... ¡una caipirinha! A lo cual le respondí: “¿Estás loco? ¡Teniendo este trago de frambuesas que no lo vas a tomar otro lado!”.

El tabernero Diego (@soyeltabernero) escuchó nuestra conversación y con un guiño nos pasó su Meanttoliv: la pulpa de frambuesa ácida, el picor del jengibre, el amargor del “bitter” y la dulzura del Amaretto nos daban sensaciones inexplicables. Acompañaba el 2/4 de The Beatles, que sonaba implacable mientras degustábamos el umami en un trago por el cual, estábamos seguros, tendríamos que volver.

23 de Enero de 2017

Alacarta

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