Son casi las 3 de la mañana, llevo unos pantalones deportivos, un polo básico, gorra y un tapa boca. No soy el único que viste un tapa boca. No, no estoy en una cocina. Tampoco describo mi look con un fin fashonista. Estoy escribiendo en el aeropuerto de Tijuana contemplando y describiendo las precauciones de una coyuntura internacional en “viralización”, una sociedad globalizada por la hiperconectividad que generan las redes sociales y a la vez aterrada por un nuevo virus SLASH, pandemia causada por el coronavirus pero también por la información descontrolada que circula en el ciber espacio.
Al mismo tiempo no puedo evitar ver la cantidad de productos emblema de México que existen en sus aeropuertos. Es que los aeropuertos son un túnel de tiempo, entras por una puerta y viajas a otro lugar donde puede ser otra hora u otro día. En ellos desborda el comercio de los productos bandera internacionalizados.
Las frutas preservadas en almíbar, los chocolates con mezcal, incluso los grillos bañados en chile. Pero lo que más me sorprende es la gran variedad de tortillas que vendría a ser algo como el pan mexicano. Se come con todo. Hay frescas, fritas, tortillas, sopes, tlayudas, empacadas al vacío incluso crudas. Me encantaría por ejemplo que en el Perú exista un producto así de popular y que todos puedan emplear para unir con algo más. El arroz y el pan son algo que acompañamos con todo. Cuando tal vez eso que acompaña todo debería ser la papa. Ya que es endémica. Pero no es así.
El tema con las tortillas es que el valor agregado de este producto que ya es viral es justamente que es un ingrediente, mas técnica cuyo resultado es producto terminado listo para ponerle de relleno lo que más nos guste. Sin importar el país donde estemos. Mi primera vez en Paraguay (y estuve 4 veces siempre rodeado de grandes gastrónomos locales) me recibió la familia O´Hara. Estábamos en un jardín junto al tatakua asando mbeju y comiendo mucha chipa. Luego me di cuenta que la chipa era el pan del Paraguay. En todas las mesas donde servían comida lo ponían. Confirmé que era la compañía de su cultura gastronómica. Al mismo tiempo confirmé el porqué. Es un producto con identidad local de ingredientes y técnica que no es invasivo sino perfecto para ser parte de todo lo jugoso, cárnico o vegetal que podamos poner al lado.
Nos lleva a pensar que en todo país donde una cocina forastera ha triunfado no solo encontramos restaurantes de su tipo de cocina, sino también los productos con los cuales podemos prepararla.
Restaurantes japoneses, italianos, mexicanos se encuentran ya no solo en tiendas especializadas sino también en cualquier super market. Eso es conquistar el mundo con la cocina. Insumos, técnicas además de tipos de restaurante. ¿Cómo hacer una cocina guaraní para todo el mundo?
En tiempos de “viralizacion” por qué no soñar en lugar de tener pesadillas. Soñar con un mundo unido más que conectado, sostenible y consistente. Soñemos entonces que el patrimonio nacional paraguayo, “la chipa”, puede propagarse de manera internacional y comerse en cada casa mas allá de las fronteras.